Bajé los escalones de tres en tres y me deslicé hacia adentro del vagón del metro justo cuando las puertas se cerraban detrás de mí. Orgulloso de haber hecho la hazaña al estilo de una película de Hollywood, encontré una butaca vacía y enterré la cabeza en mi libro.
Perdido en la experiencia de lectura, escuché la voz grabada del anunciador decir: “¡Próxima parada Estación Terregal, Terregal, siguiente parada!” Me incorporo de repente dándome cuenta de que Terregal no era la parada que estaba buscando. ¡La estación Terregal estaba en la línea equivocada del metro! ¡No lo podía creer! ¡Corrí e hice una entrada entusiasta y teatral en el tren equivocado! ¡Me dirigí deliberadamente a donde no quería ir! Esa línea del metro no tenía la culpa, cumplía con todas y que cada una de las paradas que anuncia y promete. Elegí el punto de partida equivocado, y ahora me alejaba aún más rápidamente de mi objetivo final. Mi decisión determinó mi dirección y mi dirección había establecido firmemente mi destino.
Andy Stanley dice: “Tu dirección, no tu intención, determina tu destino”. No es lo que pretendo hacer, sino lo que estoy haciendo lo que me lleva al destino. Los líderes agregan un par de preguntas: ¿Queremos terminar donde nos dirigimos? y ¿Qué debemos hacer de manera diferente en este momento?
Las decisiones se toman en base a la combinación de lo que percibes en tu corazón con lo que sabes en tu cabeza; es intuitivo y cognitivo. Es la interacción de estar inquieto e incierto o tranquilo y convencido. Ambos importan y ambos tienen validez; la diferencia cae en la probabilidad que escojas decidir un camino sobre el otro. La clave del liderazgo es saber cuál prefieres habitualmente y cuál es el que necesitará más, cabeza o corazón, para tomar las decisiones más acertadas.
Los líderes entienden que “la toma de decisiones” es una habilidad vital que es necesario dominar; en la práctica, esto se percibe así:
• Cuando tu corazón está intranquilo y tu cabeza es incierta, detente; encuentra claridad antes de seguir adelante.
• Cuando tu corazón está en paz y tu cabeza es incierta, observa; verifica tus datos y confía en lo que te dicen.
• Cuando tu cabeza está convencida y tu corazón está intranquilo, siente; busca una sensación de paz y bienestar.
• Cuando tu cabeza está convencida y tu corazón está en paz, actúa; haz la llamada y sigue adelante.
En su libro, “Lo que hay que ganar en el juego de los negocios” (The one thing to win at the game of business) el cual se ha convertido en la biblia de los emprendedores para la toma de decisiones, Creel Price dice que el activador de la toma de decisiones lleva tres componentes:
1. Definir: ¿Cuál es la decisión que debe tomarse?
2. Evaluar: ¿Qué sé (o necesito saber) sobre la decisión que se está tomando?
3. Decidir: Toma la decisión y escribe los compromisos.
El Harvard Business Review agrega siete pasos para una mejor y más rápida toma de decisiones que te llevan hacia mejores destinos.
Ellos dicen: “Dedique unos minutos a seguir estos pasos cada vez que se enfrente a una decisión y ahorrará diez horas de discusión y llegará a tomar mejores decisiones diez días más rápido que lo habitual.
La lista es la siguiente:
1. Escribe cinco objetivos comerciales que se verán afectados por la decisión. Evita caer en la trampa de racionalizar tu decisión después del hecho.
2. Escribe al menos cuatro alternativas realistas. Ninguna otra práctica mejora las decisiones más que expandir tus elecciones.
3. Escribe la información más importante que no tienes. No dejes que lo que sabes te distraiga de lo que no sabes.
4. Escribe lo que es probable que suceda en el futuro, lo bueno y lo malo. Contar la historia de lo que espera ayudará a identificar escenarios similares.
5. Involucra a un equipo de al menos dos, pero no más de seis partes interesadas. Más perspectivas reducen el sesgo y aumentan la aceptación … hasta cierto punto.
6. Escribe lo que se decidió, el por qué y cuánto apoya el equipo la decisión de “comprar” la aceptación y establecer una base para medir los resultados.
7. Programa un seguimiento en un par de meses. Tendemos a olvidar las decisiones después de hacerlas, perdiendo la oportunidad de hacer correcciones y aprender de lo que sucede.
Cuando salimos de Terregal, me di cuenta de que mi tren era el “tren rápido” para llegar tan lejos como podía de mi destino. Eventualmente el tren se detuvo, me bajé por el corredor de la plataforma de la vergüenza, volví al punto en donde había equivocado el curso de mi viaje, corregí y, como Henry Ford dice del fracaso, “Comenzó de nuevo, más inteligentemente”. Mi decisión determinó mi dirección y mi dirección determinó mi destino. En esta segunda vez, llegué contento a mi destino original.
TODO COMIENZA EN UNO.
OS