En nuestro país, en general, la democracia se restringe a los procesos políticos electorales, y sí, esa es una de las funciones fundamentales que detenta en una sociedad, una forma de organización del poder para resolver la diversidad de intereses y conflictos que surgen entre los diferentes grupos sociales y las ideologías. Democracia significa el gobierno del pueblo por el pueblo -soberanía popular- una forma de gobierno, un modo de organizar el poder político en el que lo decisivo es que el pueblo, no es sólo el gobierno – y lo que hay que gobernar– sino también el soberano, sujeto que gobierna, intervenga en los asuntos públicos.
El derecho a participar en las elecciones es inalienable e intransferible, porque ellas son el método que nos hemos dado para que todas y todos los ciudadanos, en condiciones de igualdad, podamos elegir a nuestros gobernantes y representantes, y premiarlos o castigarlos en las urnas con nuestro voto, cuando no responden para resolver los conflictos de las mayorías.
Creer y defender la democracia no es algo que surge mágicamente, implica, educación, conciencia nítida, transparente, informada, responsable a fin de enriquecer y consolidar la convivencia social pacífica de los mexicanos; la democracia nos induce a abandonar la confrontación armada y las conductas que pretenden aniquilar al adversario y nos ofrece un marco normativo e institucional para la expresión, recreación y competencia de la pluralidad que permite contar con un gobierno representativo, estable y eficiente.
La democracia permite formar gobiernos legítimos y autorizar programas políticos que hagan posible resolver algunos de los problemas más urgentes de las colectividades. Además, contiene valores implícitos tan importantes como la libertad frente a los demás y de las instituciones sociales y políticas; la igualdad jurídica y política, principio que no cancela diferencias o desigualdades sociales, va a que cada individuo un voto, los poderosos del PRI pueden comprar el voto de los desvalidos, éstos se ven obligados a venderlo por necesidad, lo cual deforma gravemente la expresión efectiva de la voluntad popular.
La consolidación de un sistema democrático exige un aprendizaje colectivo de los valores de la estabilidad, de la paz, la legalidad, la autolimitación, la cooperación, el respeto, el pluralismo, la tolerancia. Un aprendizaje que lleva a reconocer derechos y obligaciones recíprocos, a asumir el valor de la pluralidad y la diversidad, y a renunciar a dogmas y maniqueísmos políticos, aquí nadie puede pretender tener privilegios contra la mayoría ciudadana.
Por lo anterior se aduce que la democracia política se sustenta axiológicamente en los valores de la libertad, la igualdad y la fraternidad, es evidente que la voluntad política se construye de abajo hacia arriba, el fanatismo, la intolerancia, el dogmatismo y el pensamiento mágico son contrarios a las prácticas democráticas, y su surgimiento pone en grave riesgo el mantenimiento de las mismas, al igual que el autoritarismo, el abuso del poder, la discrecionalidad o la trasgresión de la legalidad.
Hemos entrado en una etapa en la que necesitamos que la sociedad tenga más elementos para ejercer sus derechos fundamentales que le faciliten participar en la toma de decisiones públicas sobre los asuntos que le atañen (al menos en ésos). En pocas palabras, necesitamos superar la participación cíclica que inicia y acaba en los procesos electorales para que la ciudadanía asuma que su participación política debe ser algo recurrente y permanente en una democracia, que exija cuentas y respuestas a sus autoridades y que pueda mantener una labor vigilante del ejercicio de los poderes públicos y renuncie a la sumisión y al silencio.
Transitar hacia la democracia con instituciones y procesos políticos más inclusivos e integradores, es el rasgo que caracteriza al actual espacio público a fin de enriquecer y consolidar la convivencia social de los mexicanos. En Coahuila las elecciones municipales y las de diputados federales, son la oportunidad.