En México no tenemos que depender de quien sea el presidente de los americanos: Donald Trump nos puede beneficiar a todos.
(Oscar Sala· 10 de noviembre, 2016).
Comúnmente utilizamos muchas y diferentes palabras para describir nuestras actitudes políticas; se nos ha dicho que existen los liberales, los conservadores, los libertarios, los progresivos, los de derecha, los de izquierda, los socialistas, los trotskistas, los nazis, los fascistas, etc. y ahora en estos días tenemos todas las nuevas generaciones de neo progresistas, neo conservadores, neo fascistas, los neonazis, neoconservadores, neoliberales y los neo todos los demás. Además, cuando se nos cuestiona sobre nuestra posición política, todo el mundo espera que escojamos alguna de esas palabras; si no tenemos alguna inclinación política o simplemente queremos jugar a lo seguro, decimos que somos moderados y con ello agregamos otra palabra más a la lista.
Las costumbres colectivas y las creencias religiosas son los ejes que dividen a los simpatizantes de derecha e izquierda en el mundo occidental, especialmente en los Estados Unidos, en donde las costumbres de los denominados “demócratas” o “liberales” son consideradas pecaminosas por los integrantes del partido Republicano o “conservador” y vice versa. En México tenemos tres principales partidos; uno de derecha, el PAN; uno de centro, el PRI y uno de izquierda, el PRD. Estando siguiendo el desarrollo de la contienda electoral por la presidencia de los Estados Unidos y el resultado de las elecciones en donde gana el señor Donald Trump sobre la señora Clinton, quiero aprovechar el momento y expresar algunas ideas que pueden, de alguna manera, aclarar el aparente panorama nublado que circula de forma repetitiva en las redes sociales, así como en las mesas de los cafés locales.
Estas elecciones las ganó una muy bien orquestada campaña mediática que vendió lo que la mayoría quería comprar; utilizó las todas las formas adecuadas para vender a su candidato ante una clientela que se sintió identificada con lo que escuchó y vio. En realidad, los asesores de Trump lo único que hicieron es poner en el espejo a la gente y darles lo que ellos querían escuchar para motivarse a cambiar su miserable vida; en los Estados Unidos la gente no tiene trabajo, deben hasta la camisa, el enfermarse es un lujo y no sienten que tienen una representación en el gobierno. Vieron a Trump como los mexicanos vimos a Vicente Fox cuando salvaría a México de la Tiranía Perfecta, hace dieciséis años; en aquel entonces hasta se bromeaba en las calles que íbanos a cambiar el nombre de la moneda nacional de Pesos a FOXES.
El estilo de Donald Trump fue el que cerró la venta, ganar era su objetivo final, el señor estaba comprometido primero, en obtener la candidatura del Partido Republicano y luego la Presidencia de los Estados Unidos, puso su mira en ese resultado y logró. Entiendo que en su camino hirió los sentimientos de mucha gente y que tal vez no estábamos acostumbrados a una campaña como esa; mientras los demócratas y republicanos jugaron su ya trillado método electoral sin salirse de la rayita, Trump les comió el mandado siguiendo su propio manual. La gente de Coahuila, en México, vimos y vivimos algo similar hace 12 años, es fecha en que todavía los partidos de oposición al PRI no saben lo que les pegó.
Después de este amplio preámbulo, mi intención es ayudar a hacer ver a la gente de México que el hecho que Trump sea presidente electo de los Estados Unidos es una gran oportunidad para nosotros, los ciudadanos mundanos de este rico país; los miembros de la “Otra dimensión” están muy a gusto, en realidad son éstos pseudo dioses del Olimpo quienes generan los rumores del apocalipsis que, ellos dicen, se avecina. Sin embargo, en el supuesto caso en que el señor Trump cumpla con las medidas que anunció y prometió en su campaña, tenemos una oportunidad de oro para desarrollarnos y salirnos del hoyo socioeconómico en que está metido el país. La política interna y las formas de hacer política exterior estadounidense es otro asunto; las ofensas y sentimentalismos los dejaremos en el cajón por ahora.
Antes que dejen de leer, permítanme explicar lo que veo y como diría Jack El Destripador, vamos por partes; si se han dado cuenta, el tono del señor Trump ha cambiado de ayer a hoy en donde se presenta como Presidente electo ante el equipo del actual Presidente Obama y en donde ya no es necesario vender nada, él ya es Presidente; para simplificar mi explicación usaremos las ideas que promocionó Donald Trump durante su campaña.
Trump dice que el Tratado de Libre Comercio ha sido perjudicial para los trabajadores de los Estados Unidos y esa es la verdad; las compañías que antes bridaban empleo y desarrollo a importantes sectores de la población han situado sus plantas en países en donde es más barato producir (cuando digo barato es en muchos sentidos, no solo en referencia a los salarios) que en los Estados Unidos. Existen ciudades enteras en ruinas debido a que las compañías cambiaron sus operaciones a países con gobiernos amigables; estas ciudades parecen verdaderos pueblos fantasma. Lo que no dijo el señor Trump es que ese mismo tratado comercial ha convertido a países como México en un país de esclavos y que, aunque las compañías beneficiadas son en su mayoría norteamericanas, la riqueza no se ha trasminado hacia las familias estadounidenses (ni hacia las mexicanas tampoco) como se prometió en su momento.
El Tratado de Libre Comercio está diseñado con muchas ventajas para las compañías extranjeras y la industria nacional se ha ido deteriorando y terminando una por una. Tanto en los Estados Unidos como en México, las compañías que son exitosas son muy pocas y cada vez son menos, más grandes y más poderosas al grado que compran, en ambos países a sus gobiernos; en México somos más genuinos y sinceros, compramos el poder mediante la sana y abierta corrupción; en los Estados Unidos, en donde existe una doble moral, se incorporó un oficio llamado “gestoría” el cual ha evolucionado a convertirse en una industria poderosa y gigantesca.
En México no tenemos que depender de las elecciones de ningún país para desarrollarnos. Si el TLC se termina, tenemos la capacidad instalada (industrial, humana y financiera) para producir todo lo que ahora se sigue produciendo bajo el TLC y que la redacción del acuerdo prohíbe; casi nadie dice que, con el pretexto que las compañías nacionales tendrían ventaja sobre cualquier empresa extranjera, se limitó el tipo de industria que la gente local puede desarrollar –eso es como darles varias carreras de ventaja a los Medias Rojas de Boston cuando jugaran en el estadio de los Saraperos de Saltillo solo porque la afición está con el Sarape y los bostonianos no comen semillitas de calabaza.
Todas las “ventajas competitivas” que tanto proclaman en el gobierno las tendremos para el beneficio nacional; los bancos tendrán que extender crédito a la industria local y el tema del desarrollo sería Prioridad Nacional debido a la extensión retórica del Muro de la Tortilla entre México y los Estados Unidos. México no cuenta con una banca nacional, los bancos son extranjeros y cobran las comisiones que les da la gana, así está escrito en el convenio con el FMI que algún economista de bolsillo convenció al encargado en México de las decisiones en ese tema para que firmara cuando los banqueros nacionales pidieron el famoso rescate FOBAPROA y el pedir prestado es lo que el librito de economía internacional indicaba; posiblemente a cambio de asegurar su propia tranquilidad económica… esa es otra historia, no nos desviemos.
En el tema de la migración hacia los Estados Unidos, Trump generalizó y se llevó con su hacha a todos, con eso mataba dos pájaros con un solo disparo; le puso cara, género y color a la culpa de la desgracia y le revira la responsabilidad al gobierno de México para que se haga cargo de su gente. ¡Qué cómodo para los inquilinos de Palacio Nacional, no se preocupan del bienestar de sus ciudadanos, éstos emigran a otro lado y aparte tienen que mandar lo que ganan para mantener a la familia que se quedó en su localidad vía remesas! El dinero que envía la gente que vive y trabaja en los Estados Unidos a su familia es la principal fuente de riqueza de México, rebasando al petróleo, el cual ya no es negocio y está a la venta; los árabes deben ser muy tontos y estar muy tristes con sus ciudades de oro; pero ese también es otro tema.
México cuenta con los recursos naturales que no tiene el señor Trump y que actualmente se explotan sin beneficio nacional, exceptuando el noble beneficio de la generación raquítica de subempleos. ¿Se estarán preguntando quiénes comprarán nuestros productos? La respuesta es el mercado nacional y también los mismos mercados que lo compran en este momento. Si vuelven las tarifas y los aranceles para las exportaciones, de cualquier manera, seríamos competitivos; lo único que veremos es que los márgenes de utilidad de los que, hoy por hoy, se benefician con el TLC se verán acortados. Pongámoslo de esta manera, imaginen el margen de utilidad que maneja la industria textil en los Estados Unidos, cuando éstos se pueden dar el lujo de ofrecer las prendas que no se vendieron en “temporada” hasta con un 70% de descuento en su precio de venta original. La verdad es que el precio de salida era un robo al consumidor y al productor del país de origen; ese mismo esquema lo vemos en casi todos los productos que proceden de países con tratados similares.
Hasta la agricultura se verá favorecida si se altera el Tratado de Libre Comercio; cuando bien es cierto que los productos mexicanos no pagan impuestos de exportación hacia los EEUU, siempre existe alguna cuestión fitosanitaria que impide el paso de éstos hacia el vecino país del norte; si se han dado cuenta las epidemias nunca tienen nombres americanos; no existe el virus John Doe, todos son asiáticos, latinoamericanos o de cualquier otra región del planeta Tierra; es solo cuando hay escases de algún producto cuando nos dan “permiso” para exportar a ese país. Por otro lado, estamos comprometidos en México a utilizar las semillas “oficiales” y pagar por su uso, también está prohibido desarrollar variedades agrícolas que pueda perjudicar las buenas prácticas comerciales de la pobre y desventajada industria agrícola norteamericana. En el sector salud, las compañías farmacéuticas en los Estados Unidos han “gestionado” que la gente necesita estar enferma, los bancos han ido de crisis en crisis y los únicos que pagan los platos, rotos o no, son los consumidores.
En fin, el punto es que lo que se nos ha presentado como algo perjudicial es solo perjudicial para los que ganan ahora y no quieren que cambie nada; a nosotros nos tienen apaciguados con futbol, telenovelas y campañas electorales; si la dosis no funciona, nos echan al Chupacabras, la inminente llegada de una catástrofe o la venida del Papa en turno.
Reflexiona; ¿Cómo está tu calidad de vida? ¿Tienes tiempo para tu familia? ¿Sientes que tu economía va por buen camino? ¿Te sientes seguro?
No se dejen llevar por las provocaciones del señor Trump, “perro que ladra no muerde” decía mi abuela; aprovechemos la oportunidad de ser de nuevo los dueños de nuestra industria, aprovechemos que apestamos para no ir a trabajar a donde nos explotan.
Nos vendieron la idea de que un IHOP, un HEB, un Home Depot o un McDonald´s son sinónimo de modernidad. ¿Son en realidad los hotcakes y las hamburguesas alimentos sanos y más ricos que los que la gastronomía nacional ofrece? ¿Se consiguen cosas diferentes y mejores en ese supermercado que en los nuestros? ¿En dónde está el Estadio o el Parque HEB? ¿El hospital Comunitario Lowe´s? ¿Qué es lo que éstas compañías han devuelto a la comunidad? ¿El servicio que prestan es tan valioso que vale la pena el sacrificio y el desgaste de la fibra social de nuestras ciudades?
Aprovechemos esta oportunidad, recuperemos lo nuestro, tenemos la capacidad de hacerlo realidad.
¡Qué tengan buenas noches y buena suerte!
TODO COMIENZA EN UNO.