El Brindis del Bohemio. Guillermo Aguirre y Fierro

En torno de una mesa de cantina
Una noche de invierno
Regocijadamente departían
Seis alegres bohemios.

Los ecos de sus risas escapaban
Y de aquel barrio quieto
Iban a interrumpir el imponente
Y profundo silencio.

El humo de olorosos cigarrillos
En espirales se elevaba al cielo
Simbolizando al resolverse en nada
La vida de los sueños.

Pero en todos los labios había risas
Inspiración en todos los cerebros
Y, repartidas en la mesa, copas
Pletóricas de ron o ajenjo.

Era curioso ver aquel conjunto
Aquel grupo bohemio
Del que brotaba la palabra chusca
La que vierte veneno
Lo mismo que, melosa y delicada
La música de un verso.

Y a cada nueva libación, las penas
Hallábanse más lejos
Una nueva inspiración llegaba
A todos los cerebros,
Como idilio roto que venía
En alas del recuerdo.

Olvidaba decir que aquella noche
Aquel grupo bohemio
Celebraba entre risas, libaciones
Tarrasquillos y versos
La agonía de un año que amargura
Dejó en todos los pechos
Y la llegada, consecuencia lógica
Del “Feliz Año Nuevo”.

Una voz varonil dijo de pronto:
—Las doce, compañeros;
Digamos el “requiéscat” por el año
Que ha pasado a formar parte entre los muertos
¡Brindemos por el año que comienza!
Porque nos traiga ensueños;
Porque no sea su equipaje un cúmulo
De amargos desconsuelos.

—Brindo, dijo otra voz, por la esperanza
Que a la vida nos lanza
A vencer los rigores del destino
Por la esperanza, nuestra dulce amiga
Que las penas mitiga
Y convierte en vergel nuestro camino.

Brindo porque ya hubiese a mi existencia
Puesto fin con violencia
Esgrimiendo en mi frente la venganza;
Si en mi cielo de tul limpio y divino
No alumbrara en mi, si una estrella brillante
Mi esperanza.

—¡Bravo! Dijeron todos, inspirado
Esta noche has estado
Y hablaste breve y sustancioso
El turno es de Raúl; alce su copa
Y brinde por Europa
Ya que su extranjerismo es delicioso.

—Bebo y brindo, exclamó el interpelado;
Brindo por mi pasado
Que fue de luz, de amor y de alegría
Y en el que hubo mujeres tentadoras
Y fuentes soñadoras
Que se juntaron a la frente mía.

Brindo por el ayer que en la amargura
Que hoy cubre de negrura mi corazón
Esparza sus consuelos
Trayendo hasta mi mente las dulzuras
De goces, de ternuras
De amores, de alegrías, de desvelos.

—Yo brindo, dijo Juan, porque en mi mente
Brote todo un torrente
Inspiración divina y seductora
Porque vibre en las cuerdas de mi lira
El verso que suspira
Que sonríe, que canta y que enamora.

Brindo porque mis versos cual saetas
Lleguen hasta las grietas
Formadas de metal y de granito
Del corazón de la mujer ingrata
Que a desdenes me mata
Pero, que tiene un cuerpo muy bonito.

Porque a su corazón llegue mi canto
Porque seque mi llanto sus manos que me causan embelesos
Porque con creces mi pasión me pague
Porque me embriague en el néctar divino de sus besos.

Siguió la tempestad de frases vanas
Toscas y tan humanas
Que hallan en todas partes acomodo
Y en cada frase de entusiasmo ardiente
Hubo ovación creciente
Libaciones y reír y todo.

Se brindó por la Patria, por las flores
Por los castos amores
Que hacen de un valladar de una ventana
Y por esas pasiones voluptuosas
Que el fango del placer llena de rosas
Hacen de la mujer la cortesana.

Solo faltaba un brindis, el de Arturo
El del bohemio puro
De noble corazón y gran cabeza
De aquel que sin embajes declaraba
Que solo ambicionaba robarle inspiración a la tristeza.

Por todos estrechado, alzó su copa
Frente a esa alegre tropa, desbordante de risas y de contentos
Los envolvió con la luz de una mirada
Sacudió su melena alborotada
Y dijo así, con inspirado acento.

—Brindo por la mujer, mas no por esa
En la que halláis consuelo en la tristeza
Rescoldo del placer ¡desventurado
No por esa que brinda sus hechizos
Cuando besáis sus rizos
Artificiosamente perfumados

Yo no brindo por ellas, compañeros, no
Yo no brindo por ellas
Siento por esta vez no complacerlos
Brindo por la mujer
Por la que me brindó su cariño
Por la que me envolvió en sus besos
Por la mujer que meció en la cuna.

Por la mujer que me enseño de niño
Lo que vale el cariño verdadero
Por la mujer que me arrulló en sus brazos
Por la mujer que me dio en pedazos
Uno por uno, el corazón entero.

Por mi madre, ¡ por mi madre, bohemios!
Por la anciana que piensa en el mañana
Como en algo muy dulce y muy deseado
Porque sueña tal vez, que ella me señala el camino
Por el que volveré muy pronto a su lado.

Por la anciana
Por la anciana adorada y bendecida
Por la que con su sangre me dio la vida
Ternura y cariño
Por la que fue la luz del alma mía
Y lloró de alegría
Sintiendo mi cabeza en su corpiño.

Por ella
Por ella brindo yo, dejad que llore
Y en lágrimas de flores esta pena letal que me asesina
Dejad, dejad que brinde por mi madre ausente
Por la que sufra y siente que mi ausencia es un fuego que calcina.

Por la anciana infeliz que sufre y llora
Y que en el cielo implora
Que vuelva yo muy pronto a estar con ella
Por mi madre, ¡por mi madre, bohemios!
Que es dulzura vertida en mi amargura
De mis noches negras, ella es mi estrella
Por mi madre, ¡por mi madre, bohemios!

El bohemio calló; ningún acento
Ningún acento profanó el sentimiento, nacido del dolor y la ternura
Y pareció que sobre aquel ambiente
Flotaba inmensamente
Un poema de amor y de amargura

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