La detención del ex Gobernador Humberto Moreira Valdés a su llegada a España, en días pasados, tumbó de su poltrona a la familia entera. El Ex Presidente del PRI iba acompañado de su esposa e hijos, quienes vivieron junto con él, el calvario ibérico, cuando menos en la primer etapa del escándalo en el aeropuerto “De Barajas”, en Madrid. El Mandatario aun, Rubén, entró en pánico: Calló (del verbo quedarse sin voz), y seguramente caerá del cargo (por su complicidad, usufructo y cínica complacencia).
Luego de días aciagos en prisión (aunque de lujo la jaula, jaula al fin, en Soto Real, Madrid), sale bajo fianza y caución. El viernes 27 de enero es avisado que le será devuelto su pasaporte y al final de la primera semana de febrero podrá salir del país, si lo desea. Y no sabemos si lo desea, la quemada internacional, la exhibida mexicana y el escarnio en Coahuila: con sentimientos encontrados (entre querientes y tantos defraudados), complica el querer llegar a “su casa, Saltillo” y ser abrazado, cuando menos por su familia.
A la basílica y a Los Pinos, si debería ir de rodillas… a pagar las mandas y las comandas.
Todo cambió. El pueblo mexicano y el priismo, juzgaron a Humberto y fue declarado culpable. Cierto es, además, que el tema judicial (en España y EEUU) está lejos de decirse carpeteado. Si los declarantes del caso en Texas pusieron el dedo al profe y si su hermano Rubén le dejó correr el tema, incluso dándole vuelo mediático, porque no sería lógico pensar que las declaraciones ministeriales de Humberto no fueron el dedo flamígero que señalara a los “conspiradores”, hoy sentados cómodamente en el gabinete y el presupuesto de su ingrato hermano, aun gobernador heredero.
Regresará por sus fueros Humberto. Previa parada en Cuernavaca, viajará a Lomas de Lourdes. Viene cocido de notas e injurias, y sediento de reclamos familiares. Nada será igual en sus vidas ni en las nuestras. La gente de Coahuila, en general, no alberga venganza ni desean mal a otros. La evidencia del desfalco, del fraude y del destino del dinero de la Tesorería y la evidencia de los negocios, ha hecho daño.
¡Se derrumbaron los nichos, y alguien tiene que pagar!