El día después

Ya tenemos presidente de la República electo. De manera inusual, y dada lo amplio de la diferencia a favor del ganador en las encuestas de salida y la hombría de bien de los contendientes a quienes no les favoreció el voto de reconocer la derrota, al momento de cerrar la última casilla teníamos claro triunfador.

Existen infinidad de temas que el nuevo gobierno deberá de abordar, incluso, antes de entrar en funciones. Por motivos de espacio mencionaré, de manera enunciativa mas no limitativa, los más relevantes a mi juicio.

El nuevo gobierno deberá trabajar en la reunificación del país. Lo agresivo y virulento de las campañas abrió profundas heridas entre la militancia en particular, y en la ciudadanía en general. Los cientos de candidatos, en busca de una diferenciación, se empeñaron en polarizar ideologías y en enconar ánimos mediante guerras de lodo e inmundicia, de insultos y descalificaciones.

Y por si fuera poco, las redes sociales abonaron al odio y la animadversión.

Se deben curar las heridas mediante la magnanimidad y aplicar un proyecto de nación incluyente que retome y dé continuidad a lo bueno, buscando un rediseño en donde haya áreas de oportunidad.

Todavía no queda firme la nueva composición del Congreso, pero difícilmente alguna fuerza política gozará de mayoría absoluta; por lo tanto, se deberán privilegiar el diálogo y el consenso. Un gobierno de coalición será necesario no sólo en el Legislativo, sino también en el diseño y ejecución de las políticas públicas y los programas de gobierno.

Las campañas quedaron atrás. Es momento de pensar responsablemente y como estadista: más en la prudencia y menos en el aplauso, más en la eficiencia y menos en la complacencia, más en la productividad y menos en el asistencialismo, y ver por la siguiente generación.

Así como nadie en su sano juicio permitiría que un contador le practicara una cirugía de corazón abierto o un economista construyera su casa, de la misma forma se deberán proponer personas expertas y preparadas en las posiciones estratégicas, cuyo único interés sea el bien superior de México.

Los nuevos gobernantes, de todos los niveles, deberán evitar caer en la burbuja del aislamiento. Accesibilidad, tolerancia y respeto serán cualidades indispensables.

A partir de hoy debemos de dejar de lado los colores partidistas y asumir el verde, blanco y rojo de nuestra bandera. Veamos hacia delante. México necesita estar unido, más unido que nunca. Sólo así podremos vencer las adversidades y sortear los nubarrones que se vislumbren en el camino.

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