Es cada vez más claro el pacto de impunidad al que han llegado López Obrador y el presidente Peña Nieto; tanto lo es que el mesías en voz propia manifestó su voluntad de “moderarse” pues Peña se comprometió con él a “respetar el resultado electoral”, lo que, de acuerdo con la terminología del tabasqueño, sólo puede tener un significado, pues, según reza su tradición, sólo son válidas las elecciones que gana. Que bien vale la pena recordar, sólo una elección ha ganado en su vida, en el 2000, la jefatura de gobierno del entonces Distrito Federal.
Pero, además de la no agresión ¿a qué se comprometen los miembros del PRIMOR? Es evidente que el gobierno y su partido seguirán utilizando facciosamente las instituciones para golpear a Ricardo Anaya en su intento inútil y desesperado de frenar su triunfo. A cambio, los personajes más turbios y corruptos del PRI recibirán la absolución plenaria de parte del mesías salvador. Como acto de buena voluntad, ya envió a Yeidckol Polevnsky a llamar “presos políticos” a Alejandro Gutiérrez y sus cómplices quienes están en donde deberían acabar todos los corruptos, en una cárcel. Se entiende también la razón por la cual Morena ha apoyado decididamente al PRI en la imposición de un auditor carnal: apoyo a cambio de impunidad. Peor aún, Andrés Manuel propone en campaña a un fiscal carnal, y la autonomía de las instituciones apá?
Sellado el pacto “primoroso”, se modifica lo que Ricardo Anaya anunció al comienzo de la contienda: ya no es más una elección entre dos opciones de cambio; ahora se enfrentan, por un lado, quienes con tal de ganar venden hasta sus más añejos anhelos y, por el otro, aquellos que sí deseamos un México distinto en el que se castigue a los corruptos.
A un mes de la elección más importante de la historia reciente de México, es muy bueno que el mesías y sus acólitos se hayan quitado las máscaras. Gracias a ello sabemos que hay al menos una promesa que López sí va a cumplir: su famosa amnistía que ha comenzado ya con el perdón a los corruptos del PRI. A partir de ahora, quien tenga hambre de justicia y la convicción de terminar con la impunidad, sabe que la opción es Ricardo Anaya; pues, votar por Andrés, es apoyar al infame pacto de impunidad.
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