El juego perverso de Rubén Moreira

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Nadie se explica, a estas alturas, el empecinamiento que tiene el gobernador Rubén Moreira al intentar imponer como su sucesor, o por lo menos como candidato del PRI a la gubernatura de Coahuila, al alcalde de Torreón, Miguel Riquelme Solís.
Esta circunstancia causa sorpresa y duda. La sorpresa es que siga sosteniendo la posible candidatura de este señor, ya señalado por la sociedad lagunera como un porro que se ha enriquecido a costa de los cargos públicos que ha ostentado.
No es secreto que, sin ser comerciante, ni empresario, el ex porro universitario entró a la política comarcana apoyado por un grupo fuerte al que después le daría la espalda para doblegarse de lleno a las órdenes de los hermanos Humberto y Rubén Moreira.

Esta decisión trajo consigo beneficios económicos que nunca imaginó y, de habitar una vivienda popular, de clase media baja cambió, gracias a los frutos que genera la política, a una suntuosa residencia que se localiza en el sector exclusivo de Torreón denominado Las Trojes. Es “su casa” un monumento a las ansias de riqueza y poder.

En sus cientos de metros cuadrados, Riquelme ha construido cuanta cosa se le viene en gana, inclusive cuenta con una palapa que puede dar sombra a por lo menos 300 invitados; ni hablar del menaje de casa que fue seleccionado uno a uno, objeto por objeto, a través de catálogos internacionales y fueron adquirido a precios inimaginados. Todo lo que se encuentra en su interior es de origen extranjero, y no precisamente chino. Pisos, puertas, vitrales, ventanas… todo está hecho a la medida lo que hace que la propiedad tenga un valor de varias decenas de millones de pesos.

Y ni qué decir de la bonanza del estudiante Riquelme al profesionista Miguel. ¿Quién se acuerda de los camiones de transporte público que utilizaba como medio para trasladarse de su casa a la escuela y que, alguna vez, en su vida porril les prendió fuego? La ciudadanía tiene memoria. Pero el alcalde no. Por eso hoy viaja en sus vehículos propios, que no del ayuntamiento, con todos los implementos necesarios para su seguridad. Son muebles equipados con todo, y con un blindaje que impide el paso hasta de las balas más sofisticadas, aunque se duda que alguien de los enemigos públicos atente contra su humanidad porque, a decir de muchos de sus conocidos y allegados, “mantiene buenas relaciones” con los supuestos destructores de la tranquilidad y la paz social.

Pero muy aparte de su bonanza sorpresiva, está su carácter agrio, su despotismo, que lo ha llevado a provocar el malestar y el odio de la ciudadanía torreonense. Prepotente ante los que menos tienen, Riquelme abusa del poder, daña, lesiona, pisotea, a cuanta persona se cruza en su camino. No hay más objetivo que el de ser gobernador a costa de lo que sea.
Y a propios y extraños les asegura que “Rubén se la debe”. ¿Por qué? Qué le sabe este político al gobernador Rubén Moreira para que “se la deba”, tal vez algún día Moreira abra la boca para decir la causa por la que sigue empeñado en colocar a tan ambicioso y oscuro personaje en su lugar.

Todo lo anterior forma parte de la sorpresa que ocasiona que alguien con cartel tan impopular sea llamado a dar continuidad al abuso y la corrupción de Rubén Moreira. Las dudas en torno a todo son muchas.

Muchas más que las sorpresas. Una de tantas sería ¿se trata de que al fin, presionado por el centro del país, por la Secretaría de Gobernación para ser exactos, Rubén Moreira se prepara para entregar la estafeta a un candidato independiente como sucedió en Nuevo León? ¿O acaso llegó el momento de que Coahuila se pinte de azul con un gobernante emanado de las filas del Partido Acción Nacional.

Porque, dentro de esas dudas, nadie sabe cuál es el juego perverso del gobernador que, queriendo pasarse de listo, ha dado jugada a cuantos han dicho que quieren sucederlo en el cargo. A todos los placea, pero al único que le entrega el borbollón de dinero, para que siga promocionándose por todo el estado, es a Miguel Ángel Riquelme.

Esto lo saben los aspirantes del PRI y lo saben los que piensan que a través de la figura de independientes pueden conquistar el triunfo electoral el año que entra. Sin embargo también saben que lograrlo se requiere unidad y nadie parece estar dispuesto a ceder nada del terreno andado.

Si hoy se realizaran en Coahuila las elecciones, seguramente no saldría bien parado el “gallo” de Rubén Moreira, es más, Miguel Riquelme saldría por la puerta trasera sin decir siquiera adiós.

No dude eso sí, que con tanto empecinamiento y cerrazón, el que estaría despachando en Palacio Rosa el próximo año es quien actualmente lo hace desde la Presidencia Municipal de Saltillo… Y a como van las cosas, no creo equivocarme.

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