El domingo, los argentinos eligieron a Javier Milei, un libertario de ultraderecha que ha sido comparado con Donald Trump, como su próximo presidente, una sacudida hacia la derecha para un país que experimenta una crisis económica y una señal de lo fuerte que sigue siendo la extrema derecha en el mundo.
Milei, un economista y personalidad de la televisión en el pasado, ha irrumpido en la escena política argentina, que tradicionalmente había sido muy cerrada, con un estilo osado, una propensión a las teorías de la conspiración y una serie de propuestas extremistas que, asegura, son necesarias para revertir una economía y gobiernos quebrados.
Sergio Massa, de 51 años, ministro de Economía argentino de centroizquierda, reconoció su derrota incluso antes de que se divulgaran los resultados oficiales, porque los primeros números de las campañas mostraban que había perdido.
Milei ha prometido recortar el gasto público y los impuestos, cerrar el Banco Central de Argentina y remplazar la moneda nacional, el peso, con el dólar estadounidense en caso de ganar la presidencia. También ha propuesto prohibir el aborto, hacer más laxas las leyes de portación de armas y solo considerar como países aliados de Argentina a las naciones que quieran combatir el socialismo, y a menudo pone como ejemplo a Estados Unidos e Israel.
La elección de Milei es una victoria para el movimiento global de la extrema derecha que ha ganado fuerza con la elección de Trump y figuras similares, como Jair Bolsonaro en Brasil, pero que en años recientes se había tambaleado con votaciones con resultados desfavorables. Bolsonaro y Vox, el partido de ultraderecha de España, habían respaldado a Milei, y su última entrevista con alguna plataforma en inglés fue con Tucker Carlson, el exconductor de Fox News.
Sin embargo, algunos analistas políticos afirmaron que el ascenso de Milei no refleja el apoyo a una ideología de extrema derecha, sino a la desesperación de muchos argentinos por un cambio.
Algunos votantes comparten sus puntos de vista extremistas, “pero después hay otra gente que lo votó porque ve en Milei una forma de expresar su frustración frente a una realidad económica, política, que le resulta desagradable desde hace mucho tiempo”, dijo Carlos Magni, un profesor de historia y columnista político de La Nación, uno de los principales periódicos de Argentina.
“No miran la ideología de Milei”, dijo. “Miran que Milei está enojado y que Milei propone una ruptura”.
Milei ha aceptado con agrado las comparaciones con Trump y Bolsonaro. Si bien tiene diferencias claras con esos dos políticos, entre ellas su sólida adhesión a la ideología libertaria, el estilo político de Milei tiene semejanzas con el de ellos en muchos sentidos.
Ataca con dureza a sus críticos y a los medios noticiosos, considera que el cambio climático es una artimaña socialista, argumenta que una casta turbia controla al país y hasta tiene una cabellera rebelde que se ha convertido en un meme en internet.
Para muchos observadores, no obstante, la similitud más preocupante eran los reclamos preventivos de fraude electoral.
Milei ha cuestionado de manera abierta los resultados de las elecciones estadounidenses de 2020 y la votación brasileña de 2022, y durante meses ha dicho, con pruebas escasas, que la elección de primera vuelta fue amañada en su contra. Aseguró que le fueron robadas cientos de miles de papeletas en las votaciones previas este año y advirtió que si perdía el domingo, se podría deber a que la votación había sido robada. Las autoridades electorales declararon que no había habido fraude.