Jordan Belfort, mejor conocido como “el lobo de Wall Street” hizo una enorme fortuna a partir de engatusar a muchos inversionistas. Su estrategia era simple: comprar acciones de empresas en problemas a precios mínimos para después venderlas más caras al inflar artificialmente la demanda de esas acciones, lo que conseguía, confabulando con otros corredores que aparentaban estar muy interesados en la compra de esos valores. Así, engañó a muchos y se hizo multi millonario.
El fraude funciona mejor cuando la víctima supone, de manera equivocada, que hay fórmulas mágicas que conducen a ganancias rápidas y fáciles. Por eso, la ignorancia de los demás es un ingrediente necesario para cocinar un engaño de manera exitosa, algo que el Lobo conocía muy bien. Belfort y sus cómplices convencían a los inversionistas de que las acciones de determinada empresa iban al alza y que los primeros que las aprovecharan harían una fortuna, sin contarles, por supuesto, que ellos eran los dueños actuales.
Belfort, sabemos, fue un hombre gustoso del derroche y la ostentación, que dilapidó su fortuna y la de los incautos que creyeron en su capacidad para hacerlos más ricos de lo que podían haber imaginado. Tal vez allí encontremos la única diferencia importante entre ese Lobo y otro gran estafador: Andrés Manuel López Obrador.
Bajo su disfraz de “austeridad” el presidente vive de mentir al país haciendo creer que posee la fórmula mágica para resolver los graves problemas de México. AMLO no tiene pudor alguno en contradecir a los expertos ni a los organismos internacionales que, por ejemplo, dicen que el PIB no va a crecer lo que el presidente asegura.
De manera similar a lo que hacía Belfort, Andrés Manuel es altamente proclive a pasar por encima de la ley, pero lo hace siempre mostrando a sus seguidores que no es por gusto sino por necesidad.
Y así como Belfort arrastró a sus seguidores a la quiebra, AMLO comienza a llevar al país hacia una severa crisis, que muchos aún no sospechan. El Lobo tabasqueño lleva ya miles de millones de pesos del país perdidos. Es un fraude como el Lobo neoyorquino.
@marcelotorresc