El mito del mexicano flojo

La imagen del mexicano con sombrero calado de ala ancha, envuelto en colorido sarape y sentado sin quehacer a la sombra de un enorme nopal nos endilgó en el pasado la fama internacional de holgazanes. Aunque con los años hemos demostrado que no somos flojos, sin embargo, algunos extranjeros podrían continuar con la duda.

Muchos deberán de sorprenderse al revisar el índice de los países del OCDE con jornadas laborales más extensas y darse cuenta de que México ocupa el primer lugar, con 2,225 horas al año. Dividiendo ese número entre los días laborales de un trabajador, es decir, quitando domingos, vacaciones y festivos, tenemos que los mexicanos laboran 8.15 horas diarias en promedio.

Como referencia debemos de saber que los alemanes son los que más descansan, laborando únicamente 1,363 horas al año, lo que significa que diariamente solo trabajan poco menos de 5 horas en promedio.

Desgraciadamente mucho trabajo no significa mayor productividad. Diez personas con una pala pueden poner todo su empeño y dedicar muchas horas a cavar un pozo, pero un solo individuo con un trascabo e invirtiendo pocos minutos lo puede hacer mejor.

Y eso nos pasa a los mexicanos. Mientras ocupamos el primer lugar de ser los menos flojos, tenemos el antepenúltimo en productividad. Los alemanes trabajan tres horas menos que los mexicanos, pero en cada una de esas horas producen más de tres veces más que nosotros.

La iniciativa que se encuentra en discusión en el Congreso de la Unión para reducir las jornadas laborales cuenta ya con detractores e impulsores. Los primeros anticipan un incremento en los costos por mano de obra que quitarían competitividad a las empresas, sobre todo las comerciales y de servicios; los segundos argumentan que con empleados más contentos por trabajar menos tendrían una motivación para ser más productivos.

La mecanización, la automatización y la inteligencia artificial están liberando una gran cantidad de mano de obra. En efecto, las inversiones del futuro crearán menos puestos, pero mucho mejor pagados. El ideal es que trabajemos menos, pero que seamos más eficientes y productivos. Para eso se requieren inversiones tecnológicas y educativas, además de una vinculación permanente entre los sectores productivo y académico, como ya lo hacen estados como Coahuila.

Se derrumba el mito del mexicano flojo. Sin duda más tiempo para dedicarle a nuestras familias traerá sociedades con más valores y menos problemas. La clave está en hacernos más productivos y lo ideal sería que la reducción de la jornada laboral no se diera por decreto, sino como una estrategia ganadora de las empresas.

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