Imagina que tenías 8 años y a fines de los 70’s el barco en el que viajabas se hunde. Tú y el resto de los pasajeros que logran salvarse, en estado de shock, nadan hacia la orilla de lo que creen es una isla. Con el tiempo logran establecer una comunidad que subsiste por cerca de 40 años. Muchos intentos de dejar la “isla” se hicieron, algunos con más seriedad que otros, pero tú y los otros náufragos parecen condenados a vivir el resto de sus días en esa misteriosa isla. A través de los años, la comunidad de náufragos tuvo distintos líderes. Unos te vendieron la idea de que las cosas en la isla estaban mal, pero podrían estar peor y era mejor agradecer esa estabilidad que todos disfrutaban. Ellos, celosos de su poder, no veían con buenos ojos a cualquiera que quisiera pedir ayuda a barcos que pasaban lejos en el horizonte. Determinados a salir remando de frente a las olas. Por ahí del año 2000, se instaló un nuevo líder que prometió nunca dejar que los de antes volvieran, él cambiaría las cosas en la isla y encontraría la fórmula para salir de ella, esta vez en balsas improvisadas, pero con un plan estudiado para remar en diagonal hacia la derecha de las olas. Tristemente, ni él ni su afín sucesor lograron el rescate prometido. Sus balsas, remando diagonalmente hacia la derecha no resistieron el embate de las olas ni el peso de los pasajeros. Regresaron los de antes y hasta las balsas se robaron. Muchos de los náufragos en la “isla”, cansados de 40 años atorados, y en condiciones cada vez peores, incluso con hambre, le confiaron los planes de rescate a quien por muchos años decía que había que remar en diagonal hacia la izquierda. Desafortunadamente, ese plan solo encontró remolinos que hacían que las balsas regresaran directo a la playa. De pronto, tú y otros deciden desafiar la idea de que solo se puede salir enfrentando a las olas que ves en la playa, se les ocurre decir que no necesariamente están atrapados en una isla, sino que hay que explorar la supuesta isla y darse cuenta de que tal vez es una península, por lo que para salir de ahí tal vez no se necesita remar, sino caminar y escalar. La receta para el rescate no puede ser la misma que ha fallado por 40 años, urge probar otras fórmulas. Aún así, hay muchos que dicen que remar a la izquierda no funcionará y que mejor hay que regresar a intentar lo que ha fallado y que si sugieres que hay que buscar otra forma de salir de la supuesta isla, entonces eres un traidor y pones en riesgo la paz social en la “isla”. Ahí te das cuenta de que esa comunidad ahora se parece más a la novela de El Señor de las Moscas; Golding, W. (1954), con dos tribus que se comportan como niños sin adultos, alucinando sobre monstruos inexistentes y dispuestas a matarse con tal de mantener el poder de una isla llena de náufragos. Un día te das cuenta de que siempre estuviste en México y que la “isla” la manejan tribus que no están dispuestas a cambiar.
Esta semana, fui calificado, palabras más, palabras menos, de “voz disidente”, “destructor de consensos”, enemigo de la democracia (este resume cómo me sentí, más que una frase directa hacia mí), “divisor de la oposición”. Mi “pecado”, después de algo de análisis, creo que se compuso de al menos dos partes. Primero, señalé que distribuir libros de moda (en este caso, el del Rey del Cash) en archivo pdf (claramente pirata) pudiera ser igual o peor a que un político de medio pelo acepte $10,000 pesos en “cash”, mientras al mismo tiempo exigimos que cambie el gobierno y cambie el país. Ese libro pirata me llegó unas 15 veces ese día. En todos los casos la piratería vino de amigos o conocidos relativamente educados, de nivel socioeconómico alto, críticos asiduos de la corrupción, de lo mal que está México y, especialmente, del actual gobierno. Estoy seguro ninguno lo había leído antes de enviarlo. La segunda parte del “pecado” fue enviar una gráfica que muestra un comparativo del PIB per cápita histórico en dólares de México, Corea del Sur, China y Chile desde 1980 y donde agrego los logotipos del PRI, PAN y Morena en sus respectivos sexenios. La gráfica muestra los últimos 4 y 40 años y nos dice que México tenía más del doble de PIB per cápita que Corea y Chile y unas diez veces más que China en 1980, y que ahora todos esos países nos han rebasado. La curva de México se ve catastróficamente aplanada, sin importar quién haya sido presidente o cuál haya sido su partido o “ideología”. Esto es visto como ofensa grave por quienes tienen su esperanza anti-4T fincada en una alianza de partidos anti-Morena. Sugerir que una alianza de los mismos de siempre, que harán lo mismo de siempre y que nos arrojará los resultados de siempre, es motivo de ofensa grave para quienes quieren ver al PRI y al PAN (¿el PRD existe?) unir fuerzas, al mismo tiempo que el PRI parece más cercano a Morena que al PAN. De pronto me pregunto si leer el libro o ver la película de El Señor de las Moscas debería ser obligatorio para los mexicanos ahora que estamos debatiendo si la isla es una isla, si hay monstruos, y si tenemos a los líderes y planes para la ocasión.