¿Qué tienen en común los desarrolladores de aplicaciones y programas que llegan a ganar millones de dólares, con los poetas y artistas que han muerto en una profunda indigencia? Que todos ellos, sin importar si son ricos o pobres, han vivido felices.
Bueno, decir que alguien vivió feliz es muy aventurado. Nadie es completamente feliz o infeliz. Además, medir un sentimiento relativo y abstracto siempre será complicado. Lo que realmente existe en nuestras vidas son momentos, ya sea de alegría o de tristeza. Sería más responsable decir que experimentaron gozo durante el proceso de creación, y entre más largo y más intenso éste, mayor júbilo.
Y es que crear produce felicidad. Siempre que escribo alguno de mis artículos termino contento y de buen humor. No lo había notado hasta que leí el libro Deja de ser tú, de Joe Dispenza, quien narra que a él le pasa lo mismo cuando redacta sus textos o prepara sus presentaciones.
Quienes entran en este estado creativo se olvidan de sus problemas, de sus pendientes, del mundo externo. Cuando la inspiración llega el tiempo pasa rápido, la mente vuela sin ataduras y las manos se mueven como por voluntad propia. Dejamos de lado lo mundano para conectar con un estado superior. Nos alejamos de lo urgente y ordinario para acercarnos a lo importante y trascendente. Nos concentramos en el momento, en el ahora, dejando de hurgar en las tragedias del pasado y evitando lidiar con la incertidumbre del futuro.
El proceso creativo, además de abrirnos opciones a la innovación, el emprendimiento y a nuevos negocios, es una gran terapia en contra del estrés y la tristeza. Y lo más interesante de todo es que no tenemos que ser genios para inventar cosas, todos lo podemos hacer.
De hecho, la creación es lo más natural en la existencia de la humanidad. Desde la aparición de nuestro planeta hace miles de millones de años, la constante han sido los procesos evolutivos y creativos de la propia naturaleza, que han permitido la aparición de los microorganismos, de los animales y del ser humano.
Las creaciones regularmente tienen efectos en otras personas. Un poema o una canción pueden trasmitir un sentimiento; un platillo o un baile pueden compartir una emoción; una fórmula o un artefacto pueden ofrecer una solución a algún problema de la humanidad.
En estos momentos de aislamiento aprovechemos el tiempo y pongámonos creativos, pensemos fuera de la caja buscando soluciones en nuestros trabajos. Eso ayudará a sentirnos mejor y por lo tanto a tener una mejor salud, y quizá, por qué no, nos traerá alguna recompensa a nuestro ingenio.