Después de las elecciones del pasado domingo donde el PRI perdió en nueve de las catorce entidades donde se celebraron se han hecho un sin número de comentarios intentando descubrir cual fue la razón o la causa precisa que provocó este fenómeno, además de pronosticar las consecuencias que habrá o el escenario que se configurará tanto en el contexto nacional como en el estatal.
Es evidente que sería arbitrario pensar en una monocausalidad para explicar el fenómeno, de tal suerte que, en lo nacional, sin duda influyó entre otras, los altos niveles de desaprobación del Presidente Peña, creo que ciertamente por la falta de resultados concretos y positivos de las reformas, pero también, y sobre todo, por los temas recurrentes de corrupción de él y de su gobierno, sin dejar de mencionar los que acreditan su vena autoritaria, subrayadamente Ayotzinapa.
Un tema que ha surgido en sectores representativos del Priismo y que intentan diluir la responsabilidad de la diligencia nacional es la que tiene que ver con la iniciativa del presidente con relación al matrimonio de personas del mismo sexo, dicen que fue, de entrada, importuna y que al margen de sus méritos provocó una embestida general en contra de los candidatos del PRI por parte de la iglesia católica. El obispo de Culiacán Jonas Guerrero Corona, de manera muy agresiva e insultante, con relación al presidente Peña, dijo “no será que ande buscando gavioto en lugar de gaviota”, el resultado en esta entidad fue favorable al PRI.
Es mayoritaria la idea de que el principal elemento es la impunidad y la corrupción, la del centro y enfatizadamente las de los gobiernos locales que más impacto provocaron, Veracruz, Tamaulipas, Quintana Roo, Chihuahua y Durango. Un dato que resulta relevante es que uno de los gobernadores mejor evaluados por la ciudadanía de su entidad es el de Campeche, y este fincó responsabilidades a los corruptos integrantes del gobierno que el reemplazó.
En términos generales el PRI comprometió la probabilidad de volver a ganar la Presidencia de la República, le surge el imperativo de acreditar puntualmente y de manera indiscutible su convicción de cambiar drásticamente frente a la impunidad y la corrupción, asunto de enorme dificultad, la corrupción es para este partido (no sólo este partido) una razón de militancia y un factor de disciplina, a partir de ella se generan complicidades y encubrimientos que le permiten mantener cohesión y nutre su relación de cuadros y aspirantes de la visión del gobierno como botin y via de enriquecimiento. Es la instancia para acceder a la nomina, los viáticos, el tráfico de influencias, la protección y promoción de intereses propios o cercanos, la canonjía para los familiares y amigos, y los ingresos “adicionales”. El interés material, el beneficio económico, la gestión indebida, la conveniencia vil, la pervertida ventaja, es decir la corrupción, es la medula y la lógica de la gran mayoría de los priistas.
Empezar por la iniciativa 3 de 3 y seguir con las casas blancas, Higa, Moreiras, Yarrington, Duartes, Riquelme, etc, etc, y muchos mas etcéteras me parece poco menos que imposible, pero, lo hacen ellos o lo hará el que los sustituya en el 2018. No tiene remedio. Pronto las cárceles tendrán “destacadas personalidades”.
Perder las entidades federativas es para el PRI una fatalidad, ahí se radica el control clientelar, la justicia selectiva, el disimulo a la corrupción y la complacencia a la impunidad, y desde luego, dados los pocos y malos controles se pierde una mayúscula e ilegal fuente de financiamiento para la candidatura presidencial.
En Coahuila tal vez lo mas trascendente fue que el PRI perdió, en la consideración de un muy amplio sector de la ciudadanía, la calidad de imperdible, ver aparecer la alternancia en Tamaulipas, Veracruz, Quintana Roo, pero sobre todo en Durango, modificó esta percepción, ahora una candidatura de oposición, con algunas condiciones, aparece como viable, pero además con altas probabilidades de conseguir la alternancia y esta se consolida, en el imaginario colectivo, como la única vía para fincar responsabilidades y meter a la cárcel a los corruptos criminales que están en el Gobierno.
En la próxima elección el cálculo de no pocos se alterará, los que estén dispuestos a participar en ella a partir de las mismas conductas ilegales de siempre deberán tener en cuenta que el resultado les puede traer no el aplauso, la protección e impunidad acostumbrada sino las estrictas consecuencia legales correspondientes, es decir en lugar de “sacarse la lotería” pueden terminar en la cárcel. Valdrá Riquelme el riesgo?
5