El lenguaje es la principal forma de comunicación y también el primer nivel donde se establecen las relaciones entre las personas. Dirigirse a una persona con pasotismo, desprecio, malas palabras o lenguaje agresivo demuestra falta de respeto, pero hacerlo a los padres implica además romper un clima adecuado que favorece las buenas relaciones.
Hablar sirve para establecer contacto, para dar o recibir información, expresar sentimientos, transmitir lo que pensamos y establecer vínculos adecuados. Una mala comunicación perjudica el establecimiento de los roles. Además, la demostración de respeto al hablar contribuye a sentar las bases de la relación para aquellos momentos en que hijos y padres discrepen. Por eso es importante que desde pequeños los niños aprendan a comunicarse de una forma adecuada.
Hoy en día, cuando se registra un alarmante incremento del maltrato físico y psicológico de hijos a sus padres, la falta de consideración verbal pasa desapercibida, pero es igual de importante.
Entre el autoritarismo y la excesiva distancia que existía en las generaciones anteriores hacia los padres, y la actual falta de consideración con la que muchos hijos tratan hoy a los adultos, hay una gran diferencia y como en todo, en el término medio está la virtud. No hay que buscar recuperar el trato de “usted” pero tampoco caer en el “colegueo” excesivo y mucho menos dejar que un hijo menosprecie con palabras o insulte a sus padres.
El Lenguaje es una manifestación más de la pérdida de modales de los jóvenes de hoy en día. Es habitual oír que los niños ya no tienen respeto a los mayores, que contestan mal a los padres y profesores, que ni siquiera les escuchan, que “pasan” de lo que les dicen, que responden con brusquedad y que en muchos casos contestan con gritos o agresividad.
Un niño puede hablar mal a sus padres, bien por retarles y probar donde están los límites, bien por imitar a un amigo o bien por un intento de poder. En el caso de niños más mayores a veces se busca dañar o hacer sentir inferior al otro, y demostrar su superioridad.
En ningún caso los padres pueden minimizar la importancia de las palabras y deben corregirlo desde la primera infancia. No hay que olvidar que los padres son los responsables de enseñar a sus hijos a hablar con respeto a los demás, buscando así el bien del propio niño que debe vivir en sociedad.
Los padres suelen enseñar a sus hijos a pedir las cosas por favor o dar las gracias, pero una buena comunicación va más allá de las fórmulas de cortesías.
Una primera salida de tono debe ser corregida para evitar una segunda. Ningún niño se levanta un día increpando a sus padres o contestando mal. Es un proceso que va aumentando en brusquedad. Primero puede parecer una chiquillada o una tontería que no vale la pena corregir. Luego se convierte en una costumbre que los padres aguantan con resignación y después ya puede ser tarde para cambiar el comportamiento que el niño ha interiorizado como normal.
Por ello es importante que los padres traten con respeto a los niños y exijan ser tratados de la misma manera. El respeto en la forma de hablar no tiene porque crear distancia en la relación, sino todo lo contrario, una familia que se comunica bien es mucho más fácil que mantenga abiertos los canales de comunicación y la relación entre todos sus miembros será más estrecha.
Y al igual que se enseña a los hijos a hablar de manera correcta a los padres, también se les debe enseñar a dirigirse educadamente a un vecino, a los amigos y a los profesores. Una de las formas más eficaces de enseñarles es con el ejemplo, ya que los padres son la referencia de los hijos, consciente o inconscientemente.
Si un padre trata con respeto a su hijo, él hará lo mismo. Pero también si ve que nosotros somos amables y educados con los vecinos, con compañeros y con amigos.
- Educa desde pequeño a los niños a dirigirse con respeto a los mayores
- Trata con educación a tus hijos y evita palabras hirientes
- No permitas que un niño, aunque sea pequeño, tenga salidas de tono cuando hable con un adulto
- Da ejemplo cuando hables con otras personas
- No te rías cuando diga una mala palabra o conteste de malas formas, aunque haya tenido gracia
- Enséñale que con las palabras se puede hacer daño a la gente
Mar Sánchez Marchori/Instituto Valenciano de Pedagogía Creativa