Evité el titular esta columna como El Síndrome del Ciudadano porque me referiré al Pueblo como una masa inconsciente que, para los asuntos de poder, incluyendo al gobierno, utiliza solo la parte reptiliana de su cerebro; mientras que el ciudadano está empezando a despertar, inseguro, como un bebecito de su siesta, dispuesto a reclamar su biberón. Mucha gente dice que está harta de las atrocidades que comete el gobierno; la gente dice que está cansada de tanta mentira, insultos, escándalos, abusos y de toda esa lista interminable de desatinos (sarcasmo) de los gobernantes. Entiendo la frustración, por ello me he atrevido a presentarles los cuatro síndromes del pueblo con respecto al gobierno, como una llamada de atención y para evitar caer en ellos.
LOS CUATRO SÍNDROMES DEL PUEBLO SON:
1. SÍNDROME DE LA NORMALIDAD. Quienes sufren de este síndrome tienden a pensar y creer que el gobierno en turno, junto con sus aspirantes a sucederles en su respectivo puesto, son como todos los demás gobernantes y que, dentro de un muy amplio parámetro, los gobernantes toman decisiones racionales. ¡PELIGRO! El actual régimen representa un peligro latente para ti y para tu bienestar. Se te ha hecho “normal” todas y cada una de sus acciones; las campañas son iguales, los programas son los mismos, los resultados son los esperados; en fin, crees que así es y que así será.
2. SÍNDROME DEL ENTUMECIMIENTO. No importa lo que el gobernante diga, haga o deshaga, el pueblo no reacciona. Es verdad que mientras no das cabida a lo que ocurre, el pueblo se apaga emocionalmente y voltea a otro lado; ya no lee periódicos, no comenta las noticias y toma refugio en otras actividades mientras entra en criogenización.
3. SÍNDROME DEL CÍNICO. El pueblo se vuelve cínico; la gente se da por vencida de contribuir al bien común. Mientras los medios publican noticias cada vez más escandalosas, el pueblo dice “me vale lo que pase o hagan” yo mejor le sigo con lo mío.
4. SÍNDROME DE LA IMPOTENCIA. El saber que las acciones de los gobernantes, sus efímeros programas y las sesgadas políticas están llevando a la ruina a la sociedad; el reconocer que se debe hacer algo al respecto, pero no saber cómo hacerlo y que cada vez que se presenta la oportunidad de un cambio, la gente no reacciona o, mejor dicho, reacciona acorde al dicho popular “Más vale malo conocido que bueno por conocer” y sigue alimentando el sistema que los ha defraudado tantas veces.
En lugar de caer en cualquier de los cuatro síndromes, los invito a actuar; reúnanse con gente que busque lo mismo que ustedes; pregunten antes de especular o inventar algún escenario, si algo no se entiende, contraten expertos antes de caer en los mitos populares, los cuales son las mismas herramientas que hacen que no salga la sociedad del mismo agujero de lodo en el que se encuentra. Otra opción es ir con su representante, diputado o senador, ellos están para aclarar y explicar cualquier acción o política pública; el pueblo tiene todo el derecho de pedir explicaciones y los servidores públicos la obligación de atender; pueden organizarse tomando turnos al pedir audiencia, escribir a diario, utilizar las redes sociales, contratar desplegados en los medios hasta que les quede clara la duda.
¡Comprométete a cambiar la política de México! Cuando tu voto no te da el resultado que esperas de tus servidores, la voz es el poder alternativo que la ciudadanía tiene para hacer que los gobernantes se mantengan, no solo en la legalidad, sino que trabaje en el mejor de los intereses de la comunidad. El ciudadano es quien manda.
TODO COMIENZA EN UNO
EL MAGO DE OS