Los pendrive son un invento maravilloso. Si un disquete solo permitía almacenar 1,44 megas, un CD unos 640 megas y un DVD 8,5 GB, estos pequeños aparatos logran alcanzar hasta 1TB de espacio. Y todo, en un tamaño de bolsillo. Pero las memorias USB tienen un gran problema: no son respetuosas con el medio ambiente. Cada pieza está hecha de plástico y metal, y no suelen reciclarse (¿en qué contenedor van? ¿cuándo hay que tirarlos?).
El sustituto natural de los pendrive es el almacenamiento en nube. Ahí no hay problema de espacio ni tampoco hace falta consumir materias primas: podemos subir sin límite los datos que queramos a un servidor, y disponer de ellos cuando queramos, ya sea en un ordenador, en una consola, en un móvil o en una tableta. Aquí el problema es el precio: si un Pendrive de 16 GB cuesta menos de 10 euros, el almacenamiento en la nube suele costar una tarifa mensual… que hay que pagar siempre porque si no la empresa que oferte el servicio de almacenamiento puede borrar nuestro contenido.
Pero ahora un grupo de científicos belgas ha inventado una nueva tecnología que permitirá el almacenamiento barato y ecológico. Y de paso, muy original: se trata de un sistema de guardado basado en el polvo.
Tal y como informa la sección Omicromo de El Español, Los científicos de química, bioquímica e informática de la Universidad de Gante en Bélgica han inventado un proceso químico que puede almacenar información con un código QR como un texto breve en polvo.
Los datos almacenados en esta peculiar sustancia puede ser leído con un análisis bioquímico que vincula lo que se haya almacenado a una dirección web, una aplicación o un mapa. Es decir, que funciona como un código QR.
A estas alturas, este sistema basado en el polvo no se puede comparar con los pendrives, ya que apenas almacena una frase. Pero sus inventores prometen que en el futuro las moléculas de polvo podrán guardar tanta información como las memorias USB actuales. Eso sí, lo que no aclaran es como se guardará ese polvo y sobre qué superficie habrá que ponerlo para ser leído. Así que de momento parece un invento muy útil para un museo de ciencia que para el gran público.
(Yahoo!).