De manera discreta y sin aspavientos, la Financiera Nacional de Desarrollo Agropecuario, Rural, Forestal y Pesquero (FND) cumple con su objetivo de llevar crédito al sector rural y financiar los proyectos productivos que, por su naturaleza, no son sujetos de atención de la banca comercial. Se asombran mis amistades, incluso quienes realizan actividades agropecuarias, cuando les platico sobre nuestro quehacer, nuestros números y nuestros alcances.
Con orígenes de casi un siglo, la FND ha evolucionado con los años. Comenzó como el Banco Nacional de Crédito Agrícola en 1926 hasta convertirse en Banrural, el cual concluyó su existencia a principios de Siglo después de una larga agonía. El desastroso desempeño de su antecesor causó que el nacimiento de la FND se diera en un contexto de incredulidad y expectativas adversas.
Sin embargo, gracias a las fértiles y sólidas simientes sembradas por su creador y primer director, José Antonio Meade, así como la responsabilidad y profesionalismo de los funcionarios que le siguieron en el encargo, la FND es hoy un modelo exitoso a seguir, reconocido allende nuestras fronteras.
Con un patrimonio que dobla ya al inicial, la FND sigue creciendo y consolidándose. Son casi un millón setecientos mil los beneficiarios en lo que va del sexenio, de los cuales 300 mil son pequeños productores: ejidatarios y campesinos en su mayoría.
La FND no coloca crédito únicamente en el campo y las zonas marginadas, sino también en las ciudades cuando el destino del financiamiento son proyectos de comercio y servicios vinculados al sector rural. Esos pequeños emprendedores que son víctimas del agio y tienen que financiarse a tasas que, a veces, llegan a los tres dígitos.
Para ellos la pesadilla no termina ahí. Al tener comprometidos sus ingresos en el pago de onerosos intereses, no pueden consumir de contado, lo que los obliga a comprar “en abonos chiquitos”, pagando tasas también de usura.
Los programas y portafolios de la FND rompen con este círculo vicioso y ayudan a mejorar los niveles de ingreso familiares y a combatir la pobreza. Por todo eso, y más, la FND es una de las instituciones motivo de orgullo de nuestro país y nuestro gobierno.
¡Acércate a la Financiera!