El camino a la “vida eterna” está empedrado de dilemas éticos y obstáculos legales. Los implantes, la reprogramación del ADN, la ingeniería de tejidos y la conciencia digital son algunas de las recetas que ensayan los científicos -amparados por el blindaje económico de algunos referentes tech– para desafiar los límites biológicos.
Desde Jeff Bezos y Elon Musk hasta Larry Page y Sergey Brin (los fundadores de Google), Mark Zuckerberg o el potentado británico Jim Mellon, muchos son los magnates que comenzaron a invertir en startups de biotecnología o neurociencia para romper una frontera clínica que por ahora resulta infranqueable.
La ambición de estos megamillonarios, habituados a la creencia de que existe una solución tecnológica para cada problema, es tratar al envejecimiento como una enfermedad que puede revertirse con un clic.
El marco teórico a este concepto es obra de Peter Diamandis, presidente de la fundación XPrize. En un ensayo publicado en SingularityHub sostiene que en los próximos 30 años pasaremos de la selección natural darwiniana a una evolución basada en la meta-inteligencia.
Lo que implica que a través de implantes cibernéticos, todos los pensamientos y creencias de la humanidad estarán enlazados a la nube, lo que contribuirá al uso comunitario de la información y extenderá la duración de los mortales en el planeta.
Altos Labs, el proyecto de Jeff Bezos
El fundador de Amazon, junto al millonario ruso-israelí Yuri Milner, patrocinan Altos Labs, una startup con mucho potencial terapéutico, cuya finalidad es dar con una fórmula que inmunice el organismo contra la decrepitud.
Una de las espadas de este proyecto es Shinya Yamanaka, ganador del Nobel de medicina en 2012 por demostrar que, mediante cuatro proteínas, las células pueden asumir las características de las células madre embrionarias y ser reprogramadas para replicar cualquier tipo de célula.
Está secundado por Juan Carlos Izpisúa, biólogo del Instituto Salk, en La Jolla (California, EE.UU.) quien alcanzó notoriedad al predecir que la esperanza de vida podría aumentar en 50 años gracias a la combinación de embriones humanos y de mono.
Altos Labs cuenta también con los servicios de Steve Horvath, profesor de la Universidad de California y desarrollador de un “reloj biológico” que puede medir con precisión la senectud.
La otra carta de Bezos es Unity Biotechnology, que desarrolla fármacos para enfriar las células del envejecimiento. Esta familia de medicamentos “senolíticos” eliminan del torrente sanguíneo las células senescentes o “zombies”, que contribuyen a varias enfermedades del envejecimiento.
Peter Thiel, el poderoso lobbista de Silicon Valley
En la carrera por conquistar la inmortalidad, el excéntrico Peter Thiel, considerado una de las veinte figuras más poderosas del Silicon Valley, colocó gran parte de su fortuna en la Fundación de Investigación SENS, que se dedica a la medicina regenerativa. Su objetivo es “reparar integralmente el daño que se acumula en los tejidos lesionados, disfuncionales o enfermos”.
Una de sus líneas de investigación consiste en realizar copias de seguridad de las células sanas para volver a implantarlas cuando la comunicación molecular empiece a fallar. Este recambio es similar a instalar una nueva actualización de un sistema operativo.
Michael Rae, experto en longevidad del SENS, anticipa que el secreto de la vida eterna se podría descifrar para el 2050. “La tecnología de reprogramación permite retroceder el reloj y hacer que nuestras células vuelvan a ser jóvenes, lo que ayudará a romper el vínculo entre la edad y la muerte”.
Calico, la misteriosa empresa de los fundadores de Google
Los fundadores de Google están detrás de Calico (acrónimo de California Life Company) una firma biotecnológica que, desde hace diez años, opera bajo una capa de misterio y cuyo gran objetivo es “matar a la muerte”.
La vicepresidenta es la reconocida investigadora Cynthia Kenyon, cuyos trabajos intentan desentrañar el código genético en el que está inscripto el proceso de envejecimiento.
Su hipótesis sostiene que el organismo posee una llave que, al subir la temperatura corporal, envejece con más celeridad y al bajarlo, el deterioro celular es más lento.
“Tal vez exista este termostato y si podemos averiguar qué es y cómo controlarlo, entonces podremos crear una droga que nos permita mantenernos jóvenes por más tiempo”, señaló Kenyon.
Desde su fundación, Calico no ha publicado un solo estudio relevante que ofrezca alguna pista hacia donde apunta su brújula. Este silencio no ha hecho más que acrecentar el mito que se esconde tras su fachada.
Jim Mellon, detrás de Juvenescense
El filántropo británico financia Juvenescence, que está detrás de una amplia gama de terapias antienvejecimiento. Una de ellas es Insilico Medicine, que tiene como objetivo utilizar la inteligencia artificial para la exploración de fármacos.
También respaldó a AgeX Therapeutics, que intenta crear células madre que puedan regenerar tejido envejecido y LyGenesis, que quiere desarrollar una tecnología que utilice ganglios linfáticos como biorreactores para regenerar órganos de reemplazo.
“A través de la biotecnología buscamos efectuar cambios en las mitocondrias, el centro neurálgico de las células, así como limpiar las células senescentes que se acumulan a medida que el cuerpo envejece”, señala Greg Bailey, CEO de Juvenescence.
Elon Musk quiere convertir a los humanos en cyborgs
A través de Neuralink pretende ampliar la capacidad de la mente mediante la inteligencia artificial. La intención de Musk es correr la frontera que separa al hombre de la máquina, suprimiendo esa diferencia a través de un implante que convierte a su portador en un cyborg.
Desde controlar dispositivos digitales con la mente a un nuevo tipo de comunicación que no requiere palabras, los sueños de Musk desembocan en el transhumanismo: la creencia de que las tecnologías llevarán a una transformación radical más allá de la condición humana.
Mark Zuckerberg: vivir para siempre en el metaverso
A través de las donaciones recibidas por varios popes de la tecnología, Nectome es una startup integrada por investigadores formados en el MIT, que buscan implementar un sistema de vitrificación para preservar las redes neuronales y subirlas a la nube. Un back up para vivir por siempre en el metaverso.
La compañía sugiere que se conecte a pacientes terminales y en estados irreversibles a una máquina con la cual se les inyectaría una mezcla de químicos a través de las arterias carótidas en el cuello mientras están vivos y bajo los efectos de anestesia.
Una vez fallecido, se podrá reconstruir su conectoma, el mapa de las conexiones entre las neuronas del cerebro. Con esa información se crearía una simulación que se podrá asociar con diferentes avatares que habiten en un mundo virtual, pero también, podría retornar al mundo de los vivos.