16 días con un gobierno enano, de Coahuila ES.
No sé si es mejor que siga chaparro el gobierno de Coahuila, sin tamaños, para que haga menos daño o si es mejor que crezca y florezca, como debiera ser, y devengue el dineral de la voluptuosa y dobleteada nómina estatal.
Ese tema de “debemos apostar a que le vaya bien al gobierno para que nos vaya bien a todos” es un riesgoso asunto. En los últimos doce años y 16 días, solo les va bien a ellos (a Los Moreira, a sus gabinetes, socios y tapaderas). Esta “nueva administración” es una llana y mediocre continuación de los mismo, de los mismos.
¿Quién manda?
Dos días luego de la toma de protesta hubieron de transcurrir para designar a solo una porción del gabinete, de los titulares solo uno está identificado con Miguel Riquelme, el resto son gente reciclada de Rubén y Humberto Moreira.
Cambios a la Ley Orgánica que debe pasar por el lápiz del congreso, donde hay ajustes que son reversa y otros solo de antojo como por ejemplo la SEDESO que le anteponen “de inclusión y desarrollo social”, detienen los cambios. Otros nombramientos recaerán en alcaldes y diputados en funciones, que no pidieron ni piden aun licencia para atender la nueva encomienda. Se dice de un legislador federal que declinó ser titular de desarrollo económico. Entonces, la decisión de quien dice que manda, fue que todos los de Moreira sigan como titulares de el medio gabinete restante y de todo el obeso y amplio gabinete ampliado.
Pero ahí no acaba la cosa. Están los nombrados por Rubén Moreira en entidades estratégicas, (designados burdamente y en los días previos al agotamiento del gobierno): el fiscal general (antes procurador), el fiscal anticorrupción (fiscal de protección), los magistrados administrativos y todo el sistema anticorrupción. También algunos repuestos en el TEPJ y en el Tribunal de Conciliación y Arbitraje.
Hereda entero, el titular y cuerpo del Tribunal Superior de Justicia, allá en esa tierra de nadie sigue mandando Moreira. Y el congreso estatal de mayoría de legisladores del PRI y aliados, por el resto del mes seguirá a las órdenes se Rubén (el 1 de enero cambia, ahora será de mayoría opositora).
Personajes fuertes como José María Fraustro Siller, impuesto en la secretaría de gobierno, sobre los riquelmistas (Olmos y Morán), tiene control amplio. Es él mismo quien lo dice… “Tengo control político, controlo las finanzas y tengo la información privilegiada (misma que administro aun con el gobernador); mi mano estará firme, para cuidar al patrón, en las designaciones de los candidatos del PRI a senadores, diputados federales y alcaldes (ya lo verán); tengo el control del tema de la seguridad, veo las renegociaciones con el crimen y tengo esa línea para el futuro, aunque se cree la secretaría de seguridad, ya no hay reversa, soy yo el enlace sexenal, ahora entiendo porque a los anteriores les gustaban tanto las pistolas”.
Quebrado y saqueado.
Freno total para el enanismo institucional es la falta de recursos financieros. La MegaDeuda (esta que seguirán ocultando y “renegociando”) se lleva el 80% o más de las participaciones federales. Hay obras inconclusas y adeudos a proveedores (reales y fantasma), hay castigo que evita endeudarse en todo 2018 (la única entidad castigada por hacienda).
Todo está saqueado, la tesorería está quebrada. Renegociar es una vía astuta para sacar más dinero prestado sin que aparezca como nuevo crédito, así burlarán a la SHCP y seguirán endeudando.
Y todo seguirá igual o peor. Se tapará todo y se irá limpiando el tiradero, al fin todos son Moreira. Todos, sobre todo Miguel Riquelme.
Sin moral, sin reconocimiento.
Afanoso anda Riquelme en idas y venidas a la CDMX y a cuanto evento lo ilumine porque opaco gobernante ES. Urgido de reconocimiento.
Y en los meses subsecuentes, con esa idea loca de placearse, quizás logre que lo reconozcan en la CONAGO, donde habla pero nadie lo escucha, o que lo citen a eventos varios y lo pongan en sillas cercanas la deteriorado Peña Nieto. Por un lado así (andando ausente) no comete tanta pifia, por el otro, los esbirros de Moreira mandarán a su antojo sin reproche de quien dice que gobierna, aunque sea solo por hacerse sentir entre su gabinete Moreira (que ríe a carcajadas del títere al que se le notan tanto los hilos, y la inerte boca de trapo).