La democracia de México es aun similar a un mozalbete, hace poco dejó los berrinches de niño y ahora se debate entre los desplantes de la pubertad y la animosidad de la adolescencia.
En momentos avanzamos y optamos por la alternancia entre dos partidos; luego por el multipartidismo tan dañino que ahora nos aqueja, parece que está naciendo entre agudos dolores de parto la ambición social de encumbrar a cualquier individuo que no use y si es posible que no represente a nada de lo que tradicionalmente conocemos como gobierno, partidos o política. Por otro lado observamos con cierta angustia como el populismo en propios y extraños levanta afanosamente la mano, emulando al niño que por fin tiene una respuesta precisa para su profe.
En Nuevo León la figura fresca de los “Sin Partido” arrasa en las elecciones para gobernador, pero sus resultados y formas fallidas poco lo separan de lo que cualquier dinosaurio de antaño alcanzaría en su situación actual (muertos y extintos), sin embargo el mensaje con letras tridimensionales del nuevo reino del león afirma innegablemente que los esforzados Regios no desean mas las practicas de un gobierno vinculado con franquicias personales o de clanes que solo obtienen beneficios específicos para sus esbirros o propietarios mientras el resto de los ciudadanos reman a contra corriente en una economía que se desmorona por reglas obtusas que no previenen ni desalientan conductas antisociales.
Hoy en día el pueblo se enoja y reacciona ante la inequidad, pero sus actos en las sabias palabras del viejo, solo nos cambian de infierno, pero nos aseguran la suprema presencia del mismo diablo. Algún día conoceremos una democracia madura donde las elecciones se definan por el razonamiento e inteligencia de los electores y no solo por lo que sienten al recibir una baratija de obsequio, o por el coraje de ser victimas de una injusticia, entonces las reacciones inconscientes como la ira o el hambre se suprimirán por razones inteligentes como la decepción o el deseo de beneficios trascendentales, cuando eso suceda veremos como el voto señalara astutamente a quien realmente generara provecho para la sociedad y no solo a lobos disfrazados de ovejas que ganan por despecho o hartazón de la gente.
Para madurar nuestra democracia tenemos que definir desapasionadamente y con sesuda inteligencia el sentido de nuestras elecciones, vayamos por un mejor país para el futuro de las nuevas generaciones, votemos por nuestros hijos y sus contemporáneos y no solo por la oportunidad egoísta y personal que nosotros podemos aprovechar.
¡Que Dios Nos Bendiga!
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