La tensión entre el árbitro electoral, del INE y los actores políticos, de algunos partidos, es notable, en ese panorama el INE se muestra muy sesgado en contra de Morena, partidizado, como ha sido desde su origen obedeciendo a la repartición de cuotas, lo que representó y culminó en una partidocracia, un reparto entre PRI, PAN y PRD que remató en 2013 en el Pacto por México con las reformas energética, laboral y educativa, en éstas las diferencias partidistas terminaron por diluirse.
Las campañas para las vacunas, los programas para el bienestar, todos podrían ser considerados como propaganda electoral, según el INE que se muestra muy anti gobierno, anti López Obradorista, anti Morena con la eliminación de registros por no presentar gastos en las precampañas, lo que parece una provocación de parte del INE que debería concentrarse más bien en buscar la equidad y no en mantener un perfil tan alto de confrontación y conflicto para promover actos inconstitucionales.
Estamos en una coyuntura extraordinaria, en la que la oposición, PRI-PAN-PRD, está dispuesta a todo y si en esta elección pierde Morena el proyecto de cambio de la 4T quedaría paralizado, pasmado, no podría seguir adelante, esa es la meta de la derecha, que el Congreso detenga todo cambio, de eso se trata y que el Poder Judicial entre también en esa línea, tumbar al actual régimen, restaurar a la mafia del poder, pero aunque se derribara a la 4T, si eso sucediera, México ya no volvería a ser el mismo, pero la lucha entre la derecha y la izquierda es ya y será feroz, implacable y la oposición al gobierno usará al INE, porque lo tiene y el árbitro va cambiando las reglas del juego posicionándose como un actor más en la contienda intentando colocar una mordaza al Presidente.
El INE eliminó los registros a 45 candidatos de Morena a diversos cargos de elección, tanto federales como locales, esa es una pena máxima en materia electoral, hecho que sería presentado a la Sala Superior del Tribunal Electoral Federal que tendrá la última palabra.
Además el INE trata de cambiar las reglas de la sobrerrepresentación cuando en varias elecciones (2012-2015-2018) fue omiso en ese tema y lo hace ahora a destiempo, esa podría considerarse una decisión correcta pero tomada en un pésimo momento y mal hecha, lo cual es inaceptable por la experiencia que tienen en estos casos; lo que parece claro es que ese Instituto esta sobresaturado de reglamentaciones y leyes, además pese a sus 3 décadas de funcionamiento, no se ha logrado generar y consolidar un cultura institucional de ética y responsabilidad se vive en una subcultura la que depende de los dirigentes la superación de las instituciones.
El Consejo General da una imagen de perdida de autoridad moral como árbitro por el protagonismo y la parcialidad de algunos de sus miembros, y no se olvida que en el pasado fue laxo e ignoró el caso Monex (2012), toleró la sobrerrepresentación y la operación Berlín pero ahora sanciona férreamente a Morena, pareciera que se quiere tomar venganza de las críticas del Ejecutivo y de ponerle un alto.
Ante los antagonismos entre el Ejecutivo federal y el Consejo General del INE, no es deseable en estos momentos una confrontación, los consejeros deben pensar en el grado de constatación, en las vías para tratar de reducir los niveles de enfrentamientos y evitar poner en riesgo el carácter democrático de los comicios y que se pierda la imparcialidad, es lo grave del clima confrontación.
En el INE debería haber la madurez y cordura para tener una actitud menos confrontativa, pues hay ciertos rasgos que hacen pensar que el enfrentamiento no sólo lo inicia el presidente, sino que muestra un cierto grado de visceralidad en las respuestas y actitudes del consejero presidente del INE y al menos uno de sus consejeros.