Contra el pronóstico de algunas voces pesimistas de principios de año, que auguraban un tipo cambiario de hasta 25 pesos por dólar, hoy nuestra moneda está fortalecida y la divisa verde se ubica en su cotización más baja de los últimos 10 meses.
Atrás quedaron los tiempos cuando las devaluaciones, ejecutadas mediante decreto, eran sustanciosas, irreversibles y terriblemente dañinas.
Muchas son las razones de la apreciación del tipo de cambio. Algunas externas, como el incremento de los precios del petróleo y la difusión de las amenazas Trumpianas; otras internas, como el buen manejo de las finanzas públicas, la llegada de inversiones extranjeras y, sobre todo, la confianza de los agentes económicos que quita presión al mercado cambiario.
Son muchos los efectos que la apreciación del peso trae a la economía, no todos positivos, por cierto. Si no, preguntémosle a los exportadores, quienes han visto mermados sus ingresos en la misma proporción que el peso se aprecia.
No obstante, la mayor parte de las consecuencias es positiva. La inflación se controla al bajar los precios de los insumos de importación y se envían señales muy favorables a los mercados internacionales. Pero la mayor aportación es que, en un entorno de tasas de interés al alza, se convierte en el músculo impulsor del crecimiento.
Veamos. Cuando las tasas de interés suben, el público decide ahorrar y recibir un rendimiento seguro, en lugar de invertir con riesgo y esperar una ganancia incierta, lo que asfixia el emprendimiento y enfría la economía. De la misma forma, cuando una moneda se devalúa, la gente prefiere adquirir activos altamente improductivos pero garantes de reservar valor, tales como tierra, casas y arte.
Sin embargo cuando una divisa se aprecia, como pasa con el peso, sucede lo contrario y se prefiere invertir en proyectos productivos, con la certeza que los pesos generarán ganancia por partida doble, generando empleo y riqueza.
Así que es buen momento de cambiar bienes inmobiliarios por pesos, invertirlos en bolsa o en cuentas bancarias. Ya el sistema financiero se encargará de hacerlos productivos.
Sin duda, un contundente revés de nuestro peso para los agoreros.