Morena libra una disputa interna que podría tambalear al partido en el poder, como ocurrió con otros que carecían de un liderazgo sólido.
Aunque el presidente Andrés Manuel López Obrador es el único liderazgo visible e indiscutible del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), muy poco se ha metido en la lucha que por el control del partido en el poder dirimen sus dos principales figuras: Yeidckol Polevnsky y Alfonso Ramírez Cuéllar.
La pugna interna, materializada en acusaciones del actual presidente interino en contra de la ex lideresa (y actual Secretaria General del partido) por mal uso de recursos en la renta de inmuebles, ha merecido un somero comentario de AMLO.
Ayer, en su conferencia de prensa matutina (realizada en gira por Tlaxcala), López Obrador se limitó a decir que si acaso hay evidencias de corrupción por parte de su correligionaria, que se presenten las denuncias correspondientes.
“No me corresponde a mi hablar sobre los partidos en cuanto al manejo interno de sus finanzas, pero yo recomendaría que si hay pruebas de irregularidades, de casos probables de corrupción, que se presenten denuncias y que la autoridad competente lo resuelva”, dijo el presidente.
Su declaración llega en momentos en que Morena pasa una crisis de liderazgo y de acusaciones de corrupción entre los dos principales bandos. Asimismo, cuando hay reportes de que a pesar de que AMLO y la 4T basan parte de su misión política en acabar con la corrupción, hay reportes que indican que la capacidad del país para combatir esa práctica se ha debilitado en la actual administración.
Sin embargo, el silencio de AMLO no significa que no siga el tema y que se limite a observar. Como afirma un investigador del sistema político mexicano, al ser Morena ahora el partido el poder, las pugnas políticas son más fuertes porque hay más en juego.
“Me parece normal que los partidos tengan pugnas, tengan grupos, se disputan posiciones y normalmente cuando son partidos en el poder debido a que el pastel es más grande, las pugnas son más fuertes, pero es precisamente el liderazgo, que en el caso mexicano es el presidente la República; es el que pone orden y dice la última palabra”, afirma el doctor Nicolás Loza, profesor e investigador de FLACSO México.
En opinión de Loza, López Obrador pudo haberse decantado por una facción y hasta encumbrar un liderazgo fuerte dentro del partido.
“Estas facciones podrían disciplinarse con la intervención del presidente, finalmente fundador del partido y máximo líder y si no se han disciplinado es porque el presidente no ha intervenido y esa es una anomalía en la historia de los partidos políticos que llegan a la presidencia, particularmente en la experiencia del PRI en los que AMLO tiene muchos rasgos en común”, señala el especialista.
El rumbo de Morena
Con diversas facciones disputando el control y sin un liderazgo sólido, los partidos en el poder tienden a tambalearse e incluso iniciar su propia ruta a la desaparición como ocurrió con el Partido de la Revolución Democrática (PRD), apunta Lazo.
“No sólo es semejante a lo que ocurrió en el PRD sino que es un rasgo de muchos partidos políticos, si no hay un liderazgo fuerte que ponga orden florecen las facciones, se disputan posiciones y si ninguna de ellas termina imponiéndose se desgarran”.
Señala al PRI durante la dirigencia de Roberto Madrazo en 2006 cuando perdió la candidatura presidencial ante el PAN y que únicamente se pudo consolidar una vez más en torno a la figura de Enrique Peña Nieto; y el PAN con la dirigencia de Ricardo Anaya cuyo débil liderazgo costó la separación de la facción histórica de Calderón y Margarita Zavala.
Sin embargo, el especialista señala poco probable que Morena sea derrotado por los partidos de oposición en las elecciones internas de 2021 debido a la poca fuerza que aún tienen los partidos opositores.
Forbes