En la búsqueda de un mayor acercamiento de los creyentes al sufrimiento de Jesús durante su pasión, la iglesia del Ojo de Agua realizó la exhibición de una réplica de la Sábana Santa.
Con motivo de la Semana Santa también se exhibieron réplicas de la corona de espinas, clavos y flagelos con las que el hijo de Dios fue brutalmente torturado.
Dichos objetos estuvieron expuestos en la iglesia y se ofreció una conferencia para explicar el contenido de las investigaciones sobre el lienzo. Al respecto, Pedro Cadena Díaz miembro de la asociación Otonias encargada de llevar esta exposición itinerante por todo el país explicó que la Sábana Santa es el objeto más estudiado de la historia y muestra diferentes datos históricos, médicos, forenses, científicos y arqueológicos a los que se da una interpretación teológica que permita a los creyentes y no creyentes concluir si dichos datos corresponden a la pasión y muerte de Jesucristo.
“Se aplica todo lo que muestra la Sábana Santa a la vida de Jesús de Nazareth porque coincide con todo lo que se muestra en los Evangelios”, apuntó Cadena Díaz.
En el caso de la corona de espinas las investigaciones han permitido concluir que en realidad tenía forma de un casco, pues está reconstruida en torno a las heridas encontradas en la Sábana Santa, mientras que los clavos y flagelos fueron reconstruidos en base a investigaciones arqueológicas que permiten determinar la clase de objetos con los que los soldados romanos torturaban a los condenados a muerte.
La Sábana Santa original, nombrada también “Sindone”, se encuentra en Italia en una cámara oscura, al vacío y sólo se exhibe una vez cada 25 años.
La agrupación Otonias, encargada de las investigaciones que se han hecho a la Sábana Santa tiene su sede central en Roma, pero cuenta con exposiciones itinerantes en países como Portugal, Alemania, España, Brasil, Chile, Argentina, Estados Unidos y México.
Las investigaciones han permitido determinar que después de estar en Jerusalén, la Sábana Santa fue llevada en distintas circunstancias históricas a países como Turquía, Constantinopla, Francia y finalmente a Italia, país que la donó al Vaticano.