Expectativa y desempeño

Imagine una línea, graficada entre dos ejes, uno de los ejes expresa el tiempo y el otro el desempeño, es natural e incluso un tanto instintivo avanzar, porque la vida no se trata de comodidad sino de crecimiento. Suponer que vivir es alcanzar solamente comodidad como objetivo es una visión errada de la travesía. Somos seres que buscamos crecer. Pascal afirmaba; el hombre perpetuamente crece y aprende. 

En esa línea graficada, que es el comportamiento, marca un momento, el cambio. Ese cambio puede provenir del dolor y nos debe cambiar, de ver a otros y nos inspira a cambiar, de aprender y nos hace querer cambiar o de recibir y nos hace cambiar. Esa decisión de cambio o “momentum” es un punto en nuestra línea, ahí implementamos el cambio. Hay una fuerte diferencia entre la mentalidad de “un día” y de “día uno”. Implementamos el cambio y ese día se vuelve el día uno. Inmediatamente, existe un rechazo o resistencia. Incluso en nosotros mismos que buscamos ser rutinarios, la homeostasis del cuerpo estriba en su rutina y no necesariamente en su reacción. Ese rechazo que se combate con la disciplina, el enfoque y sobre todo se calma la ansiedad con el “por qué” del cambio, nos grafica un descenso en el desempeño, una curva que de continuar implementando el cambio tiende a subir mostrando el comportamiento real que mejora respecto al momento que decidimos el cambio. Sin embargo, cuando implementamos un cambio, nosotros pensamos en un comportamiento ideal, suponemos que todo habrá de fluir sin esa resistencia, lo que genera una línea de expectativas. Lo interesante es que la distancia entre la expectativa y el comportamiento real es la desilusión. Algunos llaman a esa brecha la frustración. 

El peso y los mercados han ido sancionando desde la elección del 2 de junio el comportamiento real, atendiendo a un miedo latente en las expectativas. La ausencia de contrapesos parece animar dar rienda suelta a los apetitos ya ni siquiera de partido, sino personales de los actores políticos. Esta especulación, como el mérito de los mercados, ha sancionado esa ausencia de frenos para salvaguardar los intereses de un sector determinante para cualquier desarrollo. Independientemente de la justicia o injusticia de la medida, las reglas están vinculadas con el desempeño. 

Dar tranquilidad es vincular esas expectativas con los comportamientos reales. Exige construir confianza. La confianza no es una acción, es un ambiente. No por una acción se construye confianza, sino por la enseñanza del pasado y la congruencia con el presente. Ese equilibrio entre antecedentes y acciones parece exigir algo más que un dicho. Hablar que se privilegia la discusión y se respeta la minoría para la toma de decisiones parece no ser una conducta practicada que no ha terminado por traer paz a los mercados y concluir con una mejora en los indicadores. El peso ha caído casi 2 pesos por dólar.  

Nuestra cultura siempre trae pasión a los principios, nos gusta reducir el proceso con la pasión, privilegiamos más la intensidad que la profundidad y el avance. Y aunque la gestión será nueva, con una campaña encargada de construir la continuidad; el segundo piso de la 4T, parece que se escucha la construcción de lo que no se dejó, el remate de lo que se frenó y el discurso de lo que faltó.

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