El final de un año invita a la revisión, al análisis y a la reflexión, cada vuelta al sol, las personas ponemos sobre la mesa papel y lápiz, sacamos algún gadget para hacer anotaciones o por lo menos disponemos la maravillosa computadora mental para calcular ganancias y pérdidas; para comparar rendimientos y beneficios; y finalmente para ajustar la mira, con el objeto de superar lo alcanzado en el año que se va, estableciendo las nuevas metas del año por venir.
Las mediciones tan recomendadas por los gurús de la calidad, son muy útiles y nos llevan a revisar cajones tan importantes como el de las finanzas; el del desarrollo profesional; el de la salud, particularmente en lo que se refiere a la forma y la condición física; y finalmente, si somos generosos, motivamos a los miembros de nuestra familia, para que ellos también revisen sus propios logros y establezcan metas para el futuro.
No tengo referencias de alguna familia que tenga la práctica de plantear objetivos en común, aunque supongo que existe, y porque he repasado lecturas de Steven Cobey, sé que podemos encontrar páginas escritas al respecto, sin embargo, aun cuando he visto a padres estimular a sus hijos para fijar y alcanzar metas cada vez más ambiciosas, la programación de objetivos inherentes a la familia como entidad y núcleo de nuestras vidas, no es algo que se encuentre con facilidad.
Como miembro de una poco ordenada familia a la que sin duda amo, supongo que juntos formamos el equipo más importante del mundo, y el éxito de cada uno sería más alcanzable si juntos alineáramos nuestros sueños o aspiraciones con objetivos comunes, como considero muy importante lo anterior, pienso que es valioso reunirnos en estas fechas con nuestras familias para hacer un sencillo plan bueno para todos, en el que cada miembro tenga responsabilidades específicas para alcanzar las metas compartidas. Evidentemente el triunfo de cada miembro de la familia se ve afectado por las metas individuales de los demás si están fuera de línea, pues si el objetivo de algunos consiste en adquisiciones, mientras que el de otros tiene como base ahorrar, solo observaremos una incesante batalla entre guardar e invertir que desencadenará una terrible sucesión de fracasos.
Para asegurar el bien estar de todos dentro de la familia, es necesario acordar y alinear nuestros objetivos particulares, partiendo del acuerdo de los padres, no en los detalles finos, pero si en la intención de lograr algo valioso junto con los hijos.
Para que esto sea posible, la pareja debe mostrar congruencia, amabilidad y respeto como principio, de forma que más adelante se puedan establecer, con todos los miembros, los anhelos de cada uno y los de la comunidad, proceso que se debe alcanzar, negociando con empatía y amor, logrando acuerdos para el bien de todos, sin detrimento del anhelo individual, haciendo con humildad los ajustes necesarios en cada proyecto personal, para llegar tan lejos como sea posible en el entorno familiar.
Espero que 2018, sea un año de felicidad y logros alcanzados; y que la familia, como elemento maravilloso de nuestra cultura mexicana, vuelva a estar primero en nuestros corazones y mentes, superando los retos de unión y crecimiento con alegría, y asegurando que el calor del hogar sea un refugio lleno de armonía y paz para cada mexicano, y que, si no la tiene hoy, siempre sepa que, con cariño y voluntad, puede empezar a formarla en este momento para que sea realidad mañana.
¡Que Dios Nos Bendiga!
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