Sin dar explicaciones, la Fiscalía General del Estado (antes Procuraduría de Justicia), a cargo de Gerardo Márquez Guevara (heredado del sexenio anterior) libera sin cargos a los cinco jóvenes que incendiaron la Sierra Zapalinamé.
El fuego aún masacra la sierra y los culpables, andan sueltos. Esta justicia nuestra es criminal. Persigue opositores y deja libre a criminales.
La insensibilidad del gobierno es solo evidencia de lo lejos que está de los intereses de los coahuilenses. A saber quienes son los muchachos y quién abogue por ellos, a fin de liberarlos en vez de juzgarlos.
La impunidad es la madre de la corrupción. Y en Coahuila, sabemos bien de ello. Padecemos un gobierno ilegítimo y no nos libramos del yugo criminal, y todo, por la complicidad ¡que no se castiga!
La nota
El domingo fuimos testigos, saltillenses, arteaguense y ramosarispenses, de la columna de humo, tan alta y e irritante, que llenaba la vista de los atónitos lugareños. Nuestra Sierra emblema, estaba prendida en fuego.
5 jóvenes que admitieron haber prendido una fogata “para cocer elotes”, fueron detenidos por la Policía Ambiental del Municipio de Saltillo, cuando bajaban de la sierra, asustados por el tamaño de las llamas (uno de ellos, en la caja de la patrulla habría expresado a sus compañeros: “vieron que sí prendió, está muy grande la lumbre”. Los uniformados municipales, entregaron a los detenidos (y confesos), a los elementos del Fiscalía General del Estado, que llegaban al Cañón de San lorenzo, al sur de Saltillo.
En pocas horas, el viento y la lejanía, hicieron de las suyas. El daño crecía en dos frentes, quemándose. La noche fue testigo mudo de unas sombras rojas que empañaban cual sangre derramada, el semblante de Zapalinamé. Las llamas se veían de lejos, aun sin la luz del sol.
Horas transcurridas, más de mil hectáreas perdidas y un ecocidio criminal, son el balance del siniestro. Autoridades trabajan en el sofoque, pero ni la escasa lluvia de hoy en la mañana, han podido ayudar a terminar el sufrimiento de la sierra, que promete ser largo (e impune).