La crisis económica que enfrentaremos los mexicanos será, muy probablemente, la mayor de la historia postrevolucionaria.
Su gravedad dependerá de la rapidez y de la efectividad con la que se actúe ahora.
Si dejamos pasar el tiempo, luego, será demasiado tarde, porque la población irá perdiendo su poder adquisitivo de manera dramática, afectando así a todo el sistema.
Contrario a lo que ha pasado en otras ocasiones, no podremos echar mano de recursos que provengan del extranjero porque la crisis será global.
Es previsible que nuestras principales fuentes de ingresos: petróleo, turismo y remesas, se desplomen. Así es que, independientemente de cómo termine yéndonos con la pandemia, nos tenemos sólo a nosotros para salvarnos.
¿Qué necesitamos? Primero, fijar como objetivo común para todos, sin importar la postura política que se tenga, la protección del poder adquisitivo de los mexicanos.
Para que eso sea posible, urge el surgimiento y consolidación de múltiples liderazgos ciudadanos, empresariales y académicos, que sean capaces de identificar a nivel local, medidas que permitan la reactivación económica.
Un ejemplo es la iniciativa “Laguna yo te quiero sana” que invita a donar una cantidad de dinero, con una meta de recaudación ambiciosa, para la compra de material médico.
Esa idea, en principio preocupada por el desabasto en los hospitales, permite que el dinero no se quede inactivo en los bolsillos de los donantes, sino que se inyecta en la economía.
Es cierto, se trata de una cantidad insignificante en el contexto macro del país.
Pero, en la medida que se multipliquen acciones de ese tipo, estaremos logrando lo que, hasta ahora, ningún político ha podido: fortalecer el mercado interno.
Por supuesto, el impacto de esas acciones sería mayor si quienes toman las decisiones en materia económica, implementaran medidas de fomento a esas acciones surgidas desde la sociedad misma.
No podemos detenernos a ver si al fin reaccionan o si siquiera reconocen la realidad como tal. Sigamos con optimismo.
Nos tenemos a nosotros y nosotros, unidos, tenemos con qué.
@marcelotorresc