¿Creen que este Papa, Francisco, que parece sabérselas todas, vino a México engañado, con los ojos tapados, sin tener claro, los problemas que nos aquejan y la realidad de una sociedad dolida, y de un gobierno, indolente?
No amigos, este Papa ha hecho la tarea y vino consciente. Acudió, a traer costales de paz, de esperanza y de certidumbre en Dios. No vino a arreglar los problemas domésticos, se referirá si (respetuoso y sugerente), a aquellos que trascienden los muros, los imaginarios y los físicos de la nación; la tierra, los aires y las aguas nacionales. Los protocolos y los arreglos ecuménicos.
Pensemos un poco, reflexionemos incluso; ¿cuántos temas que nos duelen, cuantos asuntos que nos dañan, son de afección espiritual? Muchos, y ahí está la solución (en el perdón asaz, o en el vaciar la basura del alma para dar paso a la serenidad que da el espiritualismo que deviene de amar, en silencio, abrazando la esperanza en aquello divino, de aquello que camina a través de los siglos y no que solo transita, por los años). Y miren, que para ello ha venido este misionero.
Se conjugan los eventos protocolarios con los religiosos. Ceremonia en Palacio Nacional y Misa en La Catedral (pletórica de políticos, quienes cual turistas, la conocieron esa fecha; muchos de ellos). Les recuerdo la doble investidura: Jorge Mario Bergoglio Sívori (así se llama el Papa), es Jefe del Estado Vaticano. Francisco, es el Papa (Vicario de Cristo, sucesor de San Pedro, Obispo de Roma); máximo representante de la Iglesia católica.
Dicen que no hará política en el país, en su gira apostólica, yo pregunto ¿y cómo harán eso?, su sola presencia remueve “los Sentimientos de la Nación”, exacerba al gobierno, rosa delicada y fuertemente (al unísono) los muros de la indolencia y la irresponsabilidad (social y política). Podrá no tener una reunión con los padres de los “43 de Ayotzinapa”, para no hacer el caldo gordo a quienes lo pretendan, pero su presencia es vitamina (del alma) y recarga de baterías (del cuerpo); para esos padres y para tantos otros, que urgimos de fortaleza espiritual y de energía.
¿Qué es hacer política, predicar en un auditorio o decir en una homilía; decir en un acto oficial, o rezar en un Santuario; a la luz de las cámaras, del mundo mediático?
Bálsamo para el dolor, trajo con él, Francisco. Recibamoslo con humildad.