Iván Guerra levantó su vaso, generosamente servido, y en voz alta pidió brindar con su interlocutor, el alcalde de Ramos Arizpe, Ricardo Aguirre, por la partida del Secretario de Desarrollo Social de Saltillo, Carlos Orta.
Feliz, brindó una y otra vez por su buena fortuna. Brindó a la salud de que, “dentro de poco”, Chilo López, Alcalde de Saltillo, lo dejaría en el cargo que dejó vacante Carlos Orta quien, acostumbrado a hablar claro, a enfrentar enemigos, no toleró que intrigas, insidias y los rumores se construyeran a su espalda.
La risa estridente de Iván se desborda por el jardín, el alcohol hace sus efectos, Ricardo insiste en que le platique cómo ocurrieron las cosas.
“Fue fácil –explica—Chilo cree en mí, hace caso a lo que digo, comenté sobre algunas pequeñas desviaciones que había y…”
Nuevamente la risa, la copa que se levanta y el grito de salud ¡Por un enemigo menos!
Ricardo Aguirre le pregunta: ¿qué sigue?
A lo que Iván contesta: ¿Cómo que, primero ocupo la Secretaría de Desarrollo Social y desde ahí grillo al tesorero (Adrián Ortíz), “al fin que ese cabrón no anda ya en muy buenos términos”, acomodamos a un cuate en su lugar y de ahí para adelante. Con el trabajo de Carlos (Orta) puedo andar en campaña… Y seguro que si me postula el PAN ganó la elección.
–“Y qué dice Isidro de esto”, le inquiere el alcalde de Ramos Arizpe.
–Ni me preguntes… ¡no sabe!, capaz que al enterarse me pone de patitas en la calle y me va peor que a Orta… jajajaja.
Ya entrada la noche, Iván Guerra abandona la casa de Ricardo Aguirre y aborda su vehículo.
El chofer está atento a las instrucciones de su jefe, el que dice que pronto será Secretario de Desarrollo Social de Saltillo… Y después alcalde.