El propósito de este acuerdo es lograr reducir los ingresos de Rusia y, por tanto, su capacidad para financiar su guerra en Ucrania, al mismo tiempo que también se acota el impacto de la invasión emprendida por Vladimir Putin en los precios globales de los energéticos, cuya aumento provocó inflación en todo el mundo.
En una declaración que fue publicada por Alemania, quien preside el G7 este año, los ministros expresaron haber confirmado su “intención política conjunta de finalizar y aplicar una prohibición completa de los servicios que permiten el transporte marítimo de petróleo crudo y productos petrolíferos de origen ruso a nivel mundial”.
En este sentido, la prestación de esos servicios “sólo se permitiría si el petróleo y los productos petrolíferos se adquieren a un precio (’tope de precio´) determinado por la amplia coalición de países que se han adherido al tope de precios y lo aplican”, añadieron.
Entre tanto, la declaración no informó sobre una cifra de un posible límite de precios ni tampoco estableció cuándo pretende el G7 finalizar el plan. “Invitamos a todos los países a hacer aportaciones al diseño del tope de precios y a la aplicación de esta importante medida”, agrega el comunicado, y solicitaron una “amplia coalición para maximizar la eficacia”.
Durante su cumbre en junio pasado en Alemania, los líderes del G7, Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón, plantearon estudiar la viabilidad de medidas para prohibir las importaciones de petróleo ruso por encima de un precio determinado.
El tope de precios, que es impulsado por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, tendría la capacidad de funcionar debido a que los proveedores de servicios se encuentran en su mayoría en la Unión Europea o Reino Unido, siendo así que están al alcance de las sanciones.
Sin embargo, para que este tope sea eficiente, tendría que implicar al mayor número posible de países importadores, en específico a la India, en donde las refinerías han estado comprando el petróleo ruso barato rechazado por los comerciantes occidentales.
Vanguardia
La guerra energética que libran Rusia y la UE por el conflicto en Ucrania alcanzó un punto álgido. El monopolio gasista del Kremlin, Gazprom, anunció el cierre indefinido del gasoducto Nord Stream tras asegurar que ha detectado fugas de aceite en la única unidad compresora activa actualmente, y su arreglo “solo es posible por una empresa de reparación especializada”.
Es decir, en las instalaciones que tiene Siemens en Canadá, país que incluyó a Gazprom en su lista de sanciones. El suministro estaba interrumpido —en principio por labores de mantenimiento— desde el miércoles y debía reanudarse este sábado de madrugada. El anuncio, a pocas horas de que se cumpliera el plazo, sume en la incertidumbre el futuro de ese bombeo, necesario para el abastecimiento europeo, y enfureció a Bruselas, que acusó a Moscú de recurrir a “pretextos falaces” para cortar el suministro.
El anuncio de Gazprom llegó pocas horas después de que el G-7 y la Comisión Europea pactasen imponer un precio máximo al petróleo ruso y la presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, abogase por ampliar la medida a la importación de gas.
El cierre hasta nuevo aviso de Nord Stream agrava la tendencia de reducción constante del flujo del gas ruso a la UE. Según los últimos datos recopilados por el centro de estudios Bruegel, del 22 al 28 de agosto Moscú suministró en total 856 millones de metros cúbicos de gas al bloque comunitario, un tercio de lo bombeado en la misma semana de 2021 y muy lejos de su máximo histórico (3.811 millones).
“El suministro será suspendido por completo hasta que sean eliminados (los problemas) remarcados en el funcionamiento del equipo”, avisó Gazprom en un comunicado. La empresa adjuntó una fotografía donde se observa “una de las fugas identificadas”, un vertido de aceite junto a unos cables. Siemens Energy, proveedor habitual de turbinas de Nord Stream, ha asegurado que no hay motivos técnicos para parar el gasoducto, pues este tipo de fugas no afecta a la operatividad de una turbina y pueden ser selladas in situ como parte de un proceso rutinario. La empresa alemana ha añadido que el compresor de la estación afectada tiene otras turbinas que le permitirían seguir operando.
La Comisión Europea recela de los argumentos técnicos que esgrime Rusia. “El anuncio de Gazprom de que una vez más cerrará Nord Stream bajo pretextos falaces es otra confirmación de su falta de fiabilidad como proveedor”, dijo el portavoz de la Comisión, Eric Mamer, en Twitter. El Ejecutivo comunitario, además, afirmó que lo ocurrido es “una prueba del cinismo de Rusia, ya que prefiere quemar gas en lugar de cumplir los contratos”.
Otras fuentes comunitarias interpretan que la decisión de Moscú es la respuesta a los planes de la UE para restringir los visados para los ciudadanos rusos y que, al ver cómo han subido las reservas de gas europeas, ha decidido dar una nueva vuelta de tuerca.
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha asegurado que “el uso del gas como arma no cambiará la determinación de la UE”, que acelerará el camino hacia la independencia energética. “Nuestra obligación es proteger a nuestros ciudadanos y apoyar la libertad de Ucrania”, ha afirmado en un mensaje en Twitter.
Alemania, uno de los países más afectados por esta interrupción, acogió la noticia asegurando que está mejor preparada para los cortes de gas que en el pasado. Así lo afirmó un portavoz del Ministerio de Economía alemán. “Ya habíamos visto en las últimas semanas que Rusia no era de fiar, por lo que hemos tomado medidas para reforzar nuestra independencia de las importaciones de energía de Rusia”, señaló el portavoz en un comunicado. Y agregó: “Estamos mucho mejor preparados que hace unos meses. Son tiempos difíciles. Se requerirán mayores esfuerzos, pero estamos en el camino correcto para lidiar con la situación”.
La UE cuenta en principio con un buen nivel de reservas de gas para afrontar el invierno. Los últimos datos del grupo Gas Infraestructure Europe señalan que ya se ha cumplido el objetivo de llenar al menos un 80% de los almacenes de gas de cara al invierno.
Mientras, ha empezado a perfilarse la nueva vuelta de tuerca en las sanciones a Rusia por la invasión de Ucrania. El pacto alcanzado por los países del G-7 para imponer un tope al precio del petróleo supone un paso importante “para reducir los ingresos y la capacidad de Rusia de financiar la guerra”. De ahí que se hayan comprometido a trabajar para que ese tope esté listo “urgentemente”. Además, Bruselas quiere ampliar esta medida al gas.
“Invitamos a otros Estados a introducir el límite que se diseñe e implementar esta importante medida”, apunta el comunicado final del encuentro mantenido en Alemania. Esta llamada es significativa, porque entre los miembros del G-7 hay países que renunciaron hace meses a comprar petróleo a Moscú (Estados Unidos, Canadá y Reino Unido) y otros que lo harán en pocos meses (Francia, Alemania o Italia, así como la gran mayoría de países de la Unión Europea). De tener éxito, esta medida puede ser más dañina que otras, ya que el petróleo es la principal fuente de divisas de Rusia: en 2021 los Estados miembros y Reino Unido compraron crudo por valor de 88.000 millones de euros.
Con el acuerdo se repite la cadencia que se ha seguido otras veces que se han impuesto sanciones económicas importantes a Rusia por invadir Ucrania. Primero se llega a un pacto en el seno del G-7, un foro en el que Estados Unidos tiene un gran peso, y posteriormente se desarrollan y aprueban por la Unión Europea y otros países que se unen a estos castigos. Así pasó, por ejemplo, con el embargo de los activos financieros y la desconexión del código SWIFT de los bancos rusos, que se llevó a cabo a los pocos días de que Moscú abriera fuego contra Kiev.
“Al comprometerse a finalizar e implementar un tope de precios, el G-7 reducirá significativamente la principal fuente de financiación de Rusia para su guerra ilegal, mientras mantiene los suministros a los mercados energéticos mundiales al mantener el flujo de petróleo ruso a precios más bajos”, afirmó la secretaria estadounidense del Tesoro, Janet L. Yellen.
También el comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, presente en la reunión, subrayó ese doble objetivo de los aliados para detener la guerra. “El G-7 necesita trabajar en establecer una amplia coalición global para diseñar el límite al precio e implementarlo conjuntamente para maximizar su efectividad”, añadió el italiano, consciente de que el talón de Aquiles que resta efectividad a las sanciones, tanto a las que se apliquen en el futuro como las que ya se están aplicando, es que haya países que no se sumen, lo que deja agujeros para que Rusia pueda saltárselas.
Que la Comisión Europea respalde esta medida no supone que vaya a ser fácil aplicarla en toda la UE porque requiere unanimidad y eso supone volver a negociar con el Gobierno húngaro de Viktor Orbán, gran aliado de Moscú entre los Veintisiete.
A finales de mayo, la UE acordó abandonar las importaciones de crudo ruso que llegan por vía marítima antes de acabar el año y mantener temporalmente las que llegan por oleoducto para que Alemania y Polonia amortiguaran el impacto, aunque se comprometieron a cortar estas compras a finales de 2022. Solo Hungría, Eslovaquia y República Checa mantendrían estas importaciones.