Una crisis de desconfianza para el dólar y su economía podría ser realidad en los años siguientes a pesar de tratarse de la divisa de reserva y la mayor economía del planeta.
El dólar, la moneda de reserva mundial, no vivirá tiempos fáciles en los próximos años independientemente de quién resulte ganador de las elecciones que disputan por el Partido Republicano, el actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien busca reelegirse para un segundo mandato; y Joe Biden por el partido demócrata, quien terminó arriba en las encuestas, pero que de ninguna manera le garantizan la victoria.
El dólar se ha apreciado considerablemente en la última década, pero la tendencia podría revertirse, si no es que ya sucedió. Hace poco menos de diez años, el dólar cotizaba en niveles de 1.48 por euro, mientras que actualmente se ubica en 1.16 unidades después de haber tocado un mínimo de 1.0560 dólares por euro. En el caso de otras divisas, la tendencia es similar. Hace una década se cotizaban 1.56 dólares por cada libra esterlina, mientras que hoy se pagan 1.28 dólares por la moneda británica. Frente a la canasta de divisas latinoamericanas, la historia no es distinta, aunque en este caso es casi lógica una apreciación de la moneda estadounidense, considerando los malos resultados de la mayoría de las economías de la región.
Pero el dólar no tendrá momentos fáciles en los años que vienen; para analistas del mundo, la divisa estadounidense seguirá por un tiempo como divisa de respaldo, pero bajo intensas presiones por algunos o varios de los siguientes factores que no se arreglaran de la noche a la mañana con el resultado electoral, no importa quién se alce con la victoria.
1. La recuperación de Estados Unidos podría no ser tan vigorosa como se espera
Un impulso de entre 3.5 y 4 por ciento proyectado para el año siguiente no será suficiente para borrar el 5 por ciento que como mínimo se espera caiga este año la mayor economía del planeta, es decir, Estado Unidos no regresará a los niveles de crecimiento que tenía en 2019 sino hasta el año 2022, siempre y cuando no se cruce algo más en el camino.
2. Gane quien gane, habrá un nuevo paquete de estímulos fiscales
De eso no hay la menor duda, si acaso el monto del paquete es el tema a discutir, ya que los demócratas prometieron un estímulo de hasta 2.5 billones de dólares, pero diferido en al menos 2 años, lo que significa más tiempo.
3. Los estímulos son, a su vez, un incentivo para el dinero ficticio
Ese es el gran temor de los analistas para los años siguientes: demasiado dinero ficticio en el planeta, se preguntan si el mundo tendrá capacidad para absorber todos estos recursos y esterilizarlos.
Lograr que las economías del mundo dejen su adicción a los estímulos, al dinero ficticio, no será fácil. La próxima crisis podría ser de tal magnitud, con factores ahora tan desconocidos que, llegado el momento ni todo el dinero del mundo, incluso el ficticio, evitaría un colapso para el dólar.
4. Estados Unidos ha emitido dinero ficticio por muchos años
De hecho, la historia nos dice que de esa manera financió la guerra de los Siete Años (1756-1863), la guerra de la Independencia (1775-1783) y la guerra de Secesión (1861-1865). Pero la misma estrategia se utilizó en Europa para financiar la Revolución Francesa (1789-1799) y las guerras napoleónicas (1803-1815).
El problema es que las crisis son cada vez más recurrentes y menos dinero ficticio se retira de la circulación porque no hay tiempo. En la comunidad financiera mundial cada vez hay más preguntas sobre hasta dónde llegará esta estrategia que hoy ha salvado al mundo de una Gran Depresión como la iniciada en 1929, pero que sólo podría extender el plazo rumbo a una crisis mayúscula.
La emisión de dinero fácil, sin respaldo, no es una costumbre sólo para épocas de crisis. La base monetaria de los Estados Unidos (dinero en poder del público más las reservas de los bancos comerciales en la Reserva Federal) se duplicó entre 1970 y el año 2000, este mismo indicador sólo había crecido 50 por ciento entre 1960 y 1970.
Todas estas dudas sustentadas en cifras se traducen en una palabra: desconfianza. Una crisis de desconfianza para el dólar y su economía podría ser realidad en los años siguientes a pesar de tratarse de la divisa de reserva y la mayor economía del planeta. Nadie sabe cuándo podría suceder eso, pero ya pocos lo dudan, saben que estamos en tiempos en los que todo se ha vuelto posible.
5) ¿Las finanzas de Estados Unidos son sólidas y sanas?
Veamos una sola cifra: el déficit presupuestario federal sobrepasó los 3 billones de dólares apenas en agosto de 2020. De hecho, el déficit entre octubre de 2019 y agosto de 2020 supone ya más del doble del récord de 1.4 billones alcanzado durante la crisis financiera de 2009. Estamos frente a un gobierno deficitario por años, es cierto que es el gobierno que emite la moneda de respaldo global, pero no hay forma de que la situación se mantenga por toda la eternidad. Para una buena parte de la comunidad de analistas que siguen a la economía estadounidense, ha llegado el momento de hacer algo al respecto antes de que sea demasiado tarde para Estados Unidos y para el dólar.
6. El mundo vive hoy una era de tasas insólitamente bajas
Tan bajas como el cero absoluto y, en algunos casos, ya en zona de los rendimientos negativos. Eso ha permitido hasta ahora a muchas naciones endeudarse. La propia Fed ha dicho que no espera subir sus tasas de interés al menos antes de 2023, o quizás mucho después. Pero algo sucederá tarde o temprano con las tasas de interés y no hay garantía de que subir o bajar en materia de tasas de interés sea benéfico para el dólar.
7. Si las tasas suben, el endeudamiento excesivo será otro problema
Esto incluye a muchas naciones, socios comerciales de Estados Unidos y del dólar, o que viven bajo su influencia, como es el caso de México. Si las tasas bajan más y se adentran en zona de rendimientos negativos, es muy probable que sea porque la mayor economía del planeta no ha logrado recuperarse ni ha podido “jalar” al mundo. El dólar seguirá como la moneda de reserva en el mundo, pero los problemas de su economía los reflejará sí o sí.
¿Y el peso mexicano?
México y su moneda tienen sus propios problemas, más los que le llegan del exterior. Por más que el discurso gire en torno a una pronta recuperación económica, lo cierto es que la misma será realidad no antes de 2023.
Por el momento, el peso se ha estabilizado porque paga un elevado rendimiento a los capitales foráneos, con todo y que el banco central mexicano ha recortado su tasa de referencia en los meses pasados. Pero este contexto de fortaleza es muy frágil.
Si el dólar estadounidense enfrenta problemas en el exterior en los próximos meses y años como consecuencia de señales de debilidad económica, el peso también las enfrentará porque nos encontramos irremediablemente atados a nuestro vecino del Norte.
Gane quien gane este martes, el peso mexicano seguirá vinculado quién sabe por cuántos años más al dólar, para bien y para mal.
El Universal