El precario campamento ubicado a lo largo del río Bravo en Matamoros, México, está muy lejos del Palacio Nacional, en donde una delegación estadounidense de alto nivel se reunió el miércoles con el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, en busca de más acciones para frenar el creciente número de migrantes que llegan a la frontera sur de Estados Unidos.
El hecho de que las autoridades mexicanas en Matamoros empezaron a usar maquinaria pesada el miércoles para retirar lo que calificaron como tiendas de campaña abandonadas, probablemente fue una señal de lo que se avecina.
El cierre temporal de dos cruces ferroviarios fronterizos en Texas ha sido un mensaje claro de que Estados Unidos necesita que México haga más para evitar que los migrantes suban a los trenes de carga, autobuses, y camiones para llegar a la frontera.
Ante la desesperación de que se abran esos cruces para el trasiego de sus mercancías, México ha empezado a dar muestras de que empezará a colaborar en labores migratorias.
Los migrantes se instalaron en la orilla del río, frente a Brownsville, Texas, a finales de 2022 y el campamento llegó a albergar hasta 1,500 migrantes, pero muchas tiendas fueron desalojadas en los últimos meses mientras los migrantes vadeaban el río para llegar a Estados Unidos.
El jefe del Instituto Nacional de Migración del estado de Tamaulipas, donde se ubica Matamoros, negó a The Associated Press que la medida se tratara de un desalojo. “Lo que estamos haciendo es que carpa que vemos vacía, carpa que estamos quitando… pues ya se están empezando a ir” los migrantes.