Gobierno y ciencia

Si bien es cierto que el desarrollo científico y tecnológico en México dista mucho de ser el que se requiere para alcanzar los niveles de desarrollo que todos deseamos, también lo es que hay esfuerzos loables que son de gran utilidad a la hora de gobernar, legislar o juzgar. Por desgracia, muchas de nuestras autoridades son reacias a enterarse de los avances que aporta la academia.

Una manifestación de la ignorancia del trabajo científico son las ocurrencias con las que salen algunos funcionarios y legisladores a los que les resulta fácil producir ideas que no tienen sustento alguno, más allá de su desenfrenada imaginación. El problema es que sus puntadas terminan costando demasiado al país.

Ejemplos hemos tenido muchos: obras que arrancan sin los estudios técnicos adecuados; infraestructura que se desarrolla sin contar con los estudios de impacto ambiental o ignorando sus resultados; políticas que se definen pasando por alto las realidades socioeconómicas de la población; recursos que se destinan a rubros que no son prioritarios y un largo etcétera.

Las naciones desarrolladas suelen tener autoridades que buscan informarse de los avances científicos y tecnológicos para tomar sus decisiones. Lo mismo entiende de ciencias duras que de humanidades. Saben que necesitan contar con los datos suficientes como para que sus medidas sean pertinentes. No van por la vida improvisando soluciones que luego no tienen cómo realizar o, peor todavía, que terminan en desastres.

Para crecer al ritmo que nuestro país necesita es indispensable que le apostemos a la ciencia y al desarrollo de tecnologías. Hay que destinar más y mejores recursos para quienes desean investigar. Necesitamos fomentar, pero de verdad, el amor por las ciencias todas en las nuevas generaciones; no sólo de la física, la química o la biología. Las ciencias sociales y del comportamiento humano en tiempos tan problemáticos como los que estamos viviendo resultan indispensables.

Pero, la ciencia también se fomenta acostumbrándonos a fundamentar las decisiones de gobierno en el trabajo de los científicos. Tal vez así, a nadie más le llegue la ocurrencia de criar vacas lecheras en el trópico.

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