Hungría sigue demostrando que es el mayor aliado que tiene Vladímir Putin dentro de la Unión Europea y continúa poniendo problemas en la estrategia comunitaria.
Hasta ahora, nunca ha llegado a bloquear ninguno de los paquetes de sanciones aprobados ni tampoco las partidas de fondos europeos para armas, aunque el Gobierno húngaro dejó claro desde el principio que ellos no enviarían armas ni dejarían que el armamento de otros pasara por su territorio de camino a Ucrania. Su mantra ha sido que estos envíos “solo aumentan el riesgo de escalada de la guerra”.
Este jueves Hungría ha dado un paso más: mantiene su línea dura y anuncia que bloquea cualquier nueva ayuda militar a Ucrania por parte de la UE. Eso, en la práctica, se traduce en que ahora mismo está en el aire el undécimo paquete de sanciones que prepara la UE y también la nueva partida de 500 millones de euros de fondos comunitarios para pagar armas para Kiev.
El ministro de exteriores de Hungría, Péter Szijjártó, lo ha confirmado durante una visita a Viena. Ha advertido de que su país mantendrá el veto hasta que Ucrania no saque de la lista de “patrocinadores internacionales de la guerra” al mayor banco de Hungría, el OTP. Kiev considera que esta compañía “juega un papel importante en la situación financiera de Moscú” y la incluye entre las entidades que siguen insuflando alivio bancario a la ahogada economía rusa.
El banco OTP se defiende y asegura que ellos han condenado la invasión, que no apoyan la guerra y que, además, solo representa el 0,12 % del sector bancario ruso. El Gobierno húngaro se ha posicionado claramente a favor de una de sus compañías emblema y dice que esta decisión de Ucrania es “inaceptable y escandalosa”.
Bloqueo del fondo para armas
Una de las vías que se mantiene bloqueada es el ‘Fondo Europeo para la Paz‘, un presupuesto que la UE lleva un año utilizando para comprar armamento para el ejército ucraniano. Los países pueden presentar en Bruselas solicitudes de reembolso si compran armas o municiones por su cuenta. Por ahora, la Unión ha desembolsado a través de esta vía unos 3600 millones de euros, pero ya han solicitado un aumento de otros 500 millones más para acelerar las compras.
Las delegaciones de los 27 en Bruselas se están moviendo para tratar de superar este problema. Lo primero que quieren hacer es determinar con el Gobierno de Kiev si quien está incluido en la lista negra es todo el banco OTP o solo la sucursal que la entidad mantiene en Rusia.
En el servicio diplomático que dirige Josep Borrell mantienen la confianza en que se podrá llegar a un acuerdo. “Trataremos el tema con los ucranianos y con todos los estados miembros. Nuestra prioridad es clara: ayudar a Ucrania a ganar la guerra, y, para eso, se necesita ayuda militar y financiera”, nos dice un alto funcionario.
En Bruselas preocupa que últimamente el entorno del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, ha subido el tono contra el Gobierno de Zelensky. Les acusan de tener “una actitud cada vez más beligerante” hacia Hungría.
Bloqueo del nuevo paquete de sanciones
El undécimo paquete de sanciones de la UE contra Rusia también se mantiene bloqueado. Aún así, los embajadores de los 27 continúan con el trabajo preparatorio que contempla incluir más nombres en la lista negra (sobre todo a los responsables rusos de la deportación de niños ucranianos) y centrarse en medidas que eviten que Rusia pueda eludir las sanciones ya aprobadas.
La UE quiere aumentar la presión contra países como Kazajstán, Irán, Armenia, Turquía o China, para que las empresas de estos territorios no cooperen financieramente con Moscú ni tampoco les hagan llegar bienes europeos sujetos a sanciones.
Las discusiones no son nada fáciles por la sensibilidad del tema, ya que tiene muchas repercusiones políticas y comerciales. La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Layen, aseguraba que
“se han detectado unas transacciones inusualmente altas entre la UE y algunos terceros países sobre mercancías que luego acaban en Rusia. Así que pondremos en marcha una nueva herramienta para vetar esas ventas si vemos que productos de la UE terminan en Rusia a través de otros países”.