Fue decepcionante presenciar los tres mítines de Morena en la Plaza de Armas, previos a la anterior bribonada electoral.
Nada más triste y enojoso que ver a la oposición mimetizar tácticas del PRI para el control social. Parte de cada uno de esos mítines nada tuvo que ver con la indignación ni la rabia dadas ya en la población; sentimientos que existiendo de modo consciente en unos y en otros no por completo concientizados, se diluyen con el circo anterior a los discursos políticos; en vez de avivar esa indignación y rabia y hacerlas por fin y del todo conscientes, se disuelven con el borlote implantado. Su potencial demandante y de reclamo, de legítima protesta puafff ¡se desinfla!
La rabia, la ira nacional ha de y debe de exteriorizarse, salir del pensamiento y del sentir entre los que está apresada, reprimida y amedrentada. Ha de encarar de manera abierta y recia a quienes las han suscitado y a diario las incrementan desde lo humano y lo político con sus actos ilegítimos y amorales.
En las tres ocasiones la plaza se llenó; Morena, su líder y compañeros
estuvieron satisfechos. Quien esto escribe, no.
Veamos.
El ambiente era festivo. Banderines y banderas ondearon; mantas con leyendas y sombreros se agitaban; venta y vendedores de quincalla partido-electoral entregaban cachuchas, playeras, pegatinas… toda la parafernalia del caso. Lo importante entre eso: la venta de libros escritos por López Obrador quien cuenta más de 30 títulos de su pluma; el último: 2018: La Salida. Decadencia y Renacimiento de México.
Editorial Planeta.
Subió el entarimado un conjunto de chavos ajuareados con ropa negra y ejecutaron su show de brincos, cabriolas y contorsiones a lo chimpancé con ritmo de tamborazos, batería, instrumentos metálico/electrónicos. Luego un sintetizador con megáfono trepidó dentro de los oídos del público los cuales fueron machacados con un estribillo electoral alusivo. Subieron a continuación unos mariachis que atronaron el espacio con sus guitarras y cornetas. ¿A qué tanta basura con disfraz de… de qué? Los mexicanos somos niños, somos retrasados, somos estúpidos?
Las personas hablan a gritos sin entenderse; las que no, mantienen los ojos abiertos y estáticos viendo nada. Estas reacciones: hablar a gritos y estar inmóvil viendo el vacío, derivan del daño causado por ruidos y sonidos en altísimos niveles. Existe una Ley Federal contra la Contaminación Auditiva. El Gobierno Estatal no la respeta y permite su diaria violación en diversos espacios.
Este ruido y sonidos en altísimos niveles afecta física y psicológicamente al ser humano; entre otras afecciones produce tensión extrema, irritabilidad, pérdida de memoria, dispersión mental, extravío de la atención, incapacidad para concentrar… Con esta táctica: ruido y sonidos ensordecedores se olvida el resentimiento social, se diluye la rabia; la ira nacional se anula. La población entra en letargo y adormecida como con un hipnótico vuelve a casa… y a la penuria y penalidad diarias.
¿Rabia… Ira? ¿Cuál?
La rabia ciudadana interiorizada; sí, pero auto-aprisionada. Rabia nacida por los atropellos cotidianos que padecemos los mexicanos en nuestra integridad física y moral, en nuestros Derechos Humanos y Constitucionales. Hasta los 50s del siglo XX los mexicanos terminábamos reuniones y fiestas con el medio alcoholizado y gemebundo corrido. ‘No sólo de alegría se llora; también de pesar se canta’ dice el proverbio popular. Hoy, el aporrear instrumentos como poseídos nos ha arrebatado el impulso natural de cantar gracias al ensordecimiento.
El poeta y maestro Martínez Ocaranza (UMSNHM) dice que: ‘el mexicano siempre ha sabido expresar sus luchas, sus tristezas… que son las más en su historia, cantando’. Para hoy, esas luchas y tristezas mueren en amargo, si no desesperanzado silencio: a la población le fue arrancada la vía para expresarlas. En su libro Poesía Insurgente (UNAM 1970) Ocaranza agrega: ‘La desgracia es la fuente del humor burlesco del mexicano’ Todo lo volvemos chiste; políticos y política son objeto de broma, charrascos, puyas. La violación de todos nuestros derechos y garantías estatuidas; los golpes a nuestra economía nacional y doméstica; la corrupción desvergonzada y raterismo cínico del Estado; la venta total del país; nuestra soberanía desecha… todo lo traducimos en broma.
Desafortunadamente, los mítines de Morena fueron (y son) copia, y mala, del modelo priísta para enajenar a la población; modelo ideado para la alienación pública. H. Moreira -el gran hurtador- lo usó y explotó desde su vulgaridad y corrientez populista; con él nuestra Plaza Cívica se tornó espacio de ruido degradador con sonidos atonales y letras zafias y aún salaces. El nepote mantiene la pauta. Se trata de impedir pensar, de no permitir a la gente que reflexione. Que ella, la gente, no advierta la degradación de que ha sido y es objeto. D. Estulin señala que: ‘para el nuevo orden mundial’ y sus sirvientes ‘lo fundamental es igualar al hombre con el animal o sea: degradarlo (Club Bilderberg. Planeta. Esp.2007).
Qué no puede Morena rebasar, deshacerse, superar los modos oficiales? dar forma inédita a sus planteamientos? crear su propio humanizado e inteligente estilo…?
‘Entre los siglos XIX y XX se priorizó la invención técnica profundizando el empobrecimiento de las ciencias morales’ (G. Bouthoul. La Surpopulation. Diana.1970) Este sociólogo y polemólogo francés advierte en el citado libro que: ‘En la actualidad las invenciones técnicas son, sobre todo, medios de destrucción’. Así, en relación a lo destructivo de las invenciones técnicas contemporáneas, la Escuela de Frankfurt habla de: ‘la programación de una cultura musical de masas como forma de control social masivo’.
Morena y su líder pretenden el renacimiento nacional de una sociedad fundada en la honestidad. Válido. Pero apagar por ignorancia, pereza o falta de malicia la más que justificada ira nacional encajada ya en los mexicanos, es tremendo error. Esa rabia nacional se ha de desentrampar , ha de zafarse de las camisas de fuerza impuestas con malévola sutileza por los dominadores. Las plazas deben ser ágoras donde la gente se comunique, piense y potenciando su ira, la saque por fin para bien emplearla.
No soy única en señalar la rabia nacional. Otros también lo hacen de viva voz; otros más, sintiéndola, no se atreven a expresarla. Pero de ‘La Ira de México’ hablan ya otros como Lydia Cacho, Sergio González Rodz., Anabel H., Juan Villoro, M. Turati… entre otros en el libro con ese título (Debate. Penguin Random House. 2016) El título no es una leyenda; tampoco es un título -por paradójico o pleonástico que suene-… Es México. Nuestro país ahora. Es la realidad nacional presente en todo el territorio.
El país, México: no es la programación cotidiana de los mass media vendidos al sistema; repito: no es la programación, shows, programas, sketches… en especial de las televisoras Azteca y Televisa ni todo ese llamado entertainment; distractores cargados con alegría fingida, risas y sonrisas de artificio, imbecilidades chuscas, estupidización, vulgaridad edulcorada, peladeces mediana o más mayormente abiertas, subliminalidad…
Nuestro presente es el de un país desmoronado, tinto en sangre, atrapado en el temor, tensionado por miedo, sospechas y desconfianza; roturado con fosas clandestinas; por el que transitan armas y delincuencia de playera y de cuello blanco; en el que acumulan desastres sin que haya responsables; en el que nada pasa y sucede todo; donde crecen la indigencia y hambruna, donde reduce el coeficiente de la población; privan la ineficiencia, la ineptitud y la ineficacia; en el que reina la simulación y apariencia, la transa y ocultamiento; donde el mentidero, el cinismo y el descaro son sistémicos.
¿Amarillista?… ¿Tremendismo?… ¡No, señoras y señores!. Tremendo es lo que ha ocurrido en nuestra patria. Es la verdad desnuda. Hiriente. Sí. Pero es lo que tenemos. La rabia. La ira.