Justicia y vergüenza importada

De acuerdo con un documento publicado en la página del Sistema de Información Legislativa de la Secretaría de Gobernación, comandada hoy por un exgobernador de Tabasco, cuate del presidente y quien se siente o le hicieron sentir que puede llegar a ser presidente y que anda como en campaña, el “Estado de derecho se refiere al principio de gobernanza por el que todas las personas, instituciones y entidades, públicas y privadas, incluido el propio Estado, están sometidas a leyes que se promulgan públicamente y se hacen cumplir por igual y se aplican con independencia, además de ser compatibles con las normas y los principios internacionales de derechos humanos.

Las instituciones políticas regidas por dicho principio garantizan en su ejercicio la primacía e igualdad ante la ley, así como la separación de poderes, la participación social en la adopción de decisiones, la legalidad, no arbitrariedad y la transparencia procesal y legal. Conceptualmente el Estado de derecho contempla los siguientes puntos: 1) la estructura formal de un sistema jurídico y la garantía de libertades fundamentales a través de leyes generales aplicadas por jueces independientes (división de poderes); 2) libertad de competencia en el mercado garantizada por un sistema jurídico; 3) división de poderes políticos en la estructura del Estado; y 4) la integración de los diversos sectores sociales y económicos en la estructura jurídica“. Suena casi como una poesía sobre un tema de ficción; a buenas intenciones desde hace décadas y especialmente hoy con los pseudo porros llenos de ideología hueca y resentimiento que detentan el poder y control de la vida política y económica del país.

Estos párrafos anteriores, como tantos otros relacionados con el “cumplir y hacer cumplir” leyes y reglamentos bien escritos pero guardados en lo más hondo de un cajón o archivero, se pueden usar como referente acerca del deber ser y la (triste) realidad que se vive en nuestro país, los últimos cuatro -y cuarenta- años. Un chivo en cristalería al mando, rodeado de sus chivatitos que no saben otra más que vivir del presupuesto y dar topes para deshacer lo poco bueno que había, que más que nunca demuestra que las leyes y los reglamentos son opcionales para él, los suyos y su causa. Difícil no cansarse de los modos y formas, de las constantes cajas chinas y los rollos huecos, pero también ahora del fondo que ha ido tomando forma en una especie de apuesta de la necedad, del doble o nada, que ese movimiento -que más bien parece una guerrilla política- quiere para el país.  

Leer las líneas iniciales sobre la definición que la Secretaría de Gobernación, principal oficina de gobierno encargada de sentar bases y condiciones para un verdadero Estado de derecho, publica a los cuatro vientos se siente peor que una cachetada o un golpe en el estómago. Hablan de “leyes que se hacen cumplir por igual y se aplican con independencia”; de “primacía e igualdad ante la ley”; de la división de poderes y la independencia de los jueces; “la libertad de competencia en el mercado garantizada por un sistema jurídico”. ¿Quién realmente se cree ese rollo? ¿Será que quienes gobiernan hoy compran alguna parte de esa definición? ¿Y los de antes? ¿Cómo pueden leer ese tipo de rollos, o entrar a un recinto oficial que tiene en letras doradas la frase “la Patria es primero” y no darles vergüenza de todo lo que han quedado a deberle a los ciudadanos por tantos años?

Esta semana un par de ejemplos de entre los cientos que se dan cada día saltan a la vista. Por un lado, una armadora de vehículos con planes de inversión en el norte de México parece depender no del esquema jurídico y las leyes de libre competencia del mercado, sino de los caprichos, traumas y humor del señor presidente que en su retorcida lógica cree estar haciéndole un favor al país basado no en ciencia, datos duros o estudios profesionales, sino en su percepción y en sus “otros datos”. Por otro lado, vemos cómo un muy alto funcionario de administraciones anteriores, principal oficial a cargo de la seguridad pública con Felipe Calderón es declarado culpable de narcotráfico… ¡en Estados Unidos! Mientras, quienes gobiernan en México se auto congratulan de que se haya hecho justicia (fuera de México), de la misma forma como se cuelgan medallas del dinero que ganan los paisanos en trabajos creados por otro país. Es simple, deberían sentirse avergonzados que cualquier asomo de justicia tenga que repartirse en el país vecino y se demuestre que están ellos hoy, como otros antes, demostrando que no son capaces de tener siquiera un bosquejo de Estado de derecho en México.

La justicia se tiene que importar, de la misma forma que se tendrá que importar la tecnología, la manufactura y tal vez, hasta la vergüenza.

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