¿Estamos de acuerdo que la educación formal en México debe atenderse de manera inmediata para poder lograr un país mejor para la sociedad? Legisladores federales y estatales vociferan a todo pulmón que es, la educación, la llave para el desarrollo nacional; aunque estoy de acuerdo, mi punto de vista difiere mucho al de ellos. Ellos ven la situación de manera cuantitativa; es decir, no existen suficientes salones, suficientes maestros, suficientes escuelas, o suficiente equipo en las escuelas; mi punto de vista es cualitativo.
Es una pérdida de dinero y recursos alimentar un sistema educativo que le apuesta al dinero, en lugar de apostarle a la gente. Es cierto que el Estado tiene la capacidad y la obligación de poner a nuestra disposición los recursos necesarios, pero también es cierto que la sociedad en general juega un gran papel en el éxito del producto de la educación formal; niños y jóvenes pensantes y dispuestos a crear.
Los colegios particulares y la ciudadanía tiene igual responsabilidad sobre la educación de los hijos; por ponerlo de alguna manera, yo pienso que el incremento en la capacidad que tenemos para enfrentar las crisis que agobian a la sociedad es directamente proporcional a que recapturemos el arte perdido del aprendizaje, así como esa misma capacidad se pierde en directa proporción si dejamos la responsabilidad de educar la mente de nuestros niños sólo a las escuelas o a la burocracia.
Tenemos la falsa percepción que la educación pública es “gratuita”, no lo es y jamás lo ha sido; la educación pública se fondea de los recursos que los ciudadanos ponemos a disposición del Estado; dinero que salió directamente del producto de nuestra actividad económica; si la educación fuera “gratis” sería costeada con dinero de empresas estatales, como CFE, Correos de México, o lo que queda de PEMEX o en su tiempo por TELMEX o el Sistema Bancario Mexicano. Las personas que escogen matricular a sus hijos en colegios particulares pagan dos veces por ese concepto, pero ese es asunto de cada quien, la opción es libre.
Para evitar desviarnos del tema principal, diré que el sistema escolar peca de igualitario; está basado en la noción en donde todos los individuos deben tener las mismas ideas y ser formados iguales; de allí viene que la escuela para capacitar a los maestros se llama Escuela Normal. Por definición lo normal es algo que se ajusta a cierta norma o a características habituales o corrientes, sin exceder ni adolecer; con el pretexto que todos los individuos deben tener la misma educación, se suprimen los talentos y se remueven las ambiciones de los estudiantes.
En el deseo que nuestros niños aprendan a ajustarse al medio ambiente, les negamos suficientes oportunidades para que adquieran los conocimientos que les permitirán dominar su entorno. Se van perdiendo las disciplinas académicas que desarrollan mentes despiertas; lo más importante de todo es que en nuestra ansiedad por mejorar al mundo y asegurar el progreso, hemos permitido que nuestras escuelas se conviertan en laboratorios para el cambio social y económico, según las preferencias de cada institución. Se nos ha olvidado que la función principal de la escuela es la de transmitir la herencia cultural de una generación a la siguiente, por consiguiente entrenar las mentes de la nueva generación a hacerlos capaces de absorber el conocimiento existente para que puedan aplicarlo a su época.
La explicación fundamental a esta distorsión es que hemos olvidado el propósito de la educación, mejor dicho, hemos olvidado para quien está dirigida la escuela. La función de nuestras escuelas no es la de educar, o elevar a la sociedad; es educar individuos y equiparlos con el conocimiento que les permita hacerse cargo de las circunstancias y las necesidades de la sociedad. Hemos olvidado que una sociedad crece y progresa en la medida en que ésta produce líderes capaces de inspirar y guiar a lograr progreso. No es posible desarrollar a esos líderes mientras los estándares educativos no estén dirigidos hacia la excelencia en lugar de hacia la mediocridad.
Es necesario dar rienda suelta al talento individual y hacer que las escuelas se aseguren en tener las disciplinas académicas adecuadas; me refiero a Español, matemáticas, historia, literatura, idiomas y ciencias naturales, laboratorios y talleres. Es necesario ver a nuestras escuelas, no como el lugar en donde hay “capacitación integral” del niño, responsabilidad que le incumbe a sus padres y familia, sino como el lugar en donde se educa su mente.
El antiguo progreso de nuestra comunidad no es el fruto de la mente colectiva aplicando pensamientos mediocres, sino el producto de sabiduría y dedicación de individuos brillantes quienes echaron a andar su ingenio para el avance y el progreso de toda su gente.
¿En dónde quedó la Atenas de México?
TODO COMIENZA EN UNO.
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