La compasión

La compasión es una emoción que nos mueve a comprender, compartir el sufrimiento de los demás y buscar aliviarlo. Del latín com (junto a, con) y pathos (sufrimiento), es una emoción relacionada con el amor, la pena compartida y conmiseración que se tiene hacia a una persona o personas que sufren o experimentan penas o desgracias, y que involucra un impulso por aliviar o disminuir el sufrimiento de otros y de uno mismo.

La compasión se presenta como una emoción ambigua y tiene un aspecto negativo. Por ejemplo, cuando se está ante una persona en una situación difícil o en algún tipo de sufrimiento.

Pero también en una dimensión positiva, que se puede ejemplificar cuando se experimenta con amor y con el impulso de ayudar. Así considerada, nuestra cultura, por su dimensión positiva, está situada en la galaxia del amor, o sea, entre las emociones que se derivan de ese sentimiento.

También ha sido definida como un proceso interpersonal en el que se percibe, comprende, se compenetra y se tiene el impulso para aliviar el sufrimiento de otra persona, y que en los contextos interrelacionales pueden traer beneficios para el que sufre, para el proveedor y para terceros que la presencian.

En general, los autores coinciden en que la compasión es una emoción compleja que consta de tres partes: (1) notar el sufrimiento, (2) sentir empatía (experimentar como propia la experiencia ajena), y (3) sentirse movido a paliar el sufrimiento.

Se requiere, asimismo, de la capacidad de desprenderse de lo individual para atender las necesidades de los demás.

Es necesario diferenciar la compasión de la empatía. Con ambas nos identificamos con los sentimientos de los demás, pero en la compasión existe la intención de actuar para poner fin al sufrimiento del otro.

Aspectos psicológicos

Se identifican los siguientes puntos que se experimenta cuando surge la compasión:

  1. Poner atención hacia el sufrimiento de los demás.
  2. Ser empáticos hacia la otra persona. La empatía consiste en sentir el sufrimiento y comprender el comportamiento de otra persona.
  3. Sentir el impulso de aliviar el sufrimiento percibido.

Esto propicia conductas que fomentan la liberación de oxitocina; por ejemplo, el contacto físico o el transmitir el mensaje de que las personas nos importan, que sufrimos con ellas y queremos eliminar su pena. El componente emocional de la compasión se incrementa al realizar la conducta a la que ésta nos impulsa.

Descripción fisiológica

Se define la meditación compasiva como el desarrollo de la capacidad de compartir visceralmente el sufrimiento de los otros. Desde la visión de la teoría polivagal, esta compartición emocional sólo puede ser posible si la persona se encuentra en un estado neurofisiológico de seguridad que le permite sostener, en su conciencia, la experiencia de sufrimiento sin activar la reactividad propia de los sistemas de movilización y/o paralización.

Sólo cuando esto ocurre, la persona puede comenzar a prestar atención al funcionamiento de su mente, tomar conciencia de sus propios procesos y profundizar en su práctica compasiva.

Cuando nuestro propio miedo está bajo control, se abre la oportunidad emocional (y fisiológica) de ver por las otras personas.

Cómo se identifica y cómo se manifiesta

La compasión se manifiesta como un impulso dirigido a detener el sufrimiento de otra u otras personas, que se puede experimentar como una serie de reacciones emocionales asociadas a procurar un estado de bienestar y conductas asociadas a un compromiso y decisión de ayudar, disminuir el malestar de otros, por lo que nuestros recursos cognitivos se van a ver dirigidos a prestar atención al estado de malestar de la otra persona, a evaluar el sufrimiento que puede estar experimentando y que percibimos como propio, y a realizar una evaluación de nuestras capacidades y posibilidades de actuar e intervenir en el malestar percibido.

En resumen, podemos identificar que experimentamos compasión cuando nos sentimos preocupados por el malestar que experimenta una persona, sea de nuestro círculo social inmediato o no, sensación que va acompañada por el deseo de ayudar.

Los identificadores de la compasión son:

  • La sensación de tener algo en común con la otra persona, a pesar de que sean diferentes.
  • Capacidad de comprender lo que la otra persona está experimentando y el dolor que puede estar sintiendo.
  • Comprender y sentir las experiencias, pensamientos y emociones de los demás.
  • Motivación para tomar acciones cuando alguien está sufriendo.
  • Sentir agradecimiento cuando otra persona expresa compasión hacia el sufrimiento propio.

Indicar que es algo natural

La compasión es un comportamiento dirigido a eliminar el sufrimiento y a producir bienestar en quien sufre. Un componente emocional que, ante la presencia de un estímulo, provoca un impulso a actuar.

La conducta compasiva genera fuertes reacciones emocionales, asociados al sistema neurológico del bienestar.

Para desarrollar la compasión es necesario tener la capacidad de desapegarse o desprenderse de lo enteramente individual y abrir la posibilidad de reconocer y atender las necesidades que los demás individuos expresan, reconociendo que ‘condolerse’ con el dolor ajeno nos hace mucho más sensibles y prestos a ser solidarios.

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