En la solución de las diversas problemáticas que afectan a los agremiados de la Sección 38 del SNTE, es muy importante generar las condiciones que propicien cambios fundamentales orientados a DIGNIFICAR la relación con el Gobierno del Estado y lograr que la gestión sindical se asuma con HONESTIDAD y VALENTÍA, no con sumisión y complicidad.
Pero esas condiciones solo serán posibles si al interior de la Sección 38 opera un verdadero movimiento de democratización por parte de la base magisterial.
Ahora bien, ese proceso democratizador, ¿es misión de una sola persona, un adalid o un mesías? ¿O es responsabilidad de todo un sindicato?
Si entendemos que el término sindicato alude a un colectivo gremial constituido para la defensa de los derechos humanos, sociales, laborales y salariales de los miembros que lo conforman, al hablar de un organismo sindical como el SNTE nos referimos a todas y todos los integrantes del mismo, y no a la dirigencia, cuya función es salvaguardar los intereses del sindicato y asumir la defensa de sus representados.
La responsabilidad de su democratización es del sindicato todo, en tanto colectivo de agremiados en pos de una causa común.
La responsabilidad de la dirigencia es servir y conducir la gestión sindical en favor de todo el sindicato.
Estas son obviedades, claro, pero a veces parecen olvidarse.
La democratización del SNTE es necesaria a nivel nacional, pero en la Sección 38 es urgente, no solo por el tema de seguridad social, sino por los aspectos laborales y salariales, tan minados por el grupo que ejerce el control absoluto en la Sección.
Para contribuir a esa tarea y coadyuvar a la instauración de un nuevo modo de gestoría sindical, basado en el pleno respeto a la atención de necesidades laborales y de seguridad social, es urgente promover la toma de conciencia en la base trabajadora para asumirse como poseedora de derechos y luchar por ellos. Por ello, más que ambicionar un cargo en la estructura de la dirigencia seccional, quienes realmente tengan interés en contribuir a la democratización de la 38, tendrían que aspirar primero a coadyuvar en la construcción de esa conciencia grupal generadora del cambio.
En esa ruta, una premisa esencial debe permear en la conciencia magisterial y tenerse como imperativo: es indispensable un proyecto de renovación conceptual y estructural del sindicato como instrumento de lucha para la defensa de los intereses del gremio.
En ese sentido, el proyecto es la piedra angular que debe preceder al cambio; la otra será, desde luego, el equipo ejecutivo, pero sin aquel no vale la pena gastarse en pugnas para elegir dirigentes con el riesgo de que ya electos repitan los modos y formas de actuar de los actuales.
En efecto, el proyecto es fundamental y sustantivo. Y es tarea de todas y todos diseñarlo. La base toda debe involucrarse en su elaboración, tomando en cuenta las necesidades y demandas más sentidas.
También la ejecución del proyecto es importante, desde luego, pero éste tiene que sustentarse en la garantía de que quienes lo lleven a cabo respondan a la confianza depositada en ellos por los electores.
Así pues, el proyecto consensuado como principio rector y el equipo ejecutivo son los dos elementos del binomio para el cambio. Pero el orden de los factores sí altera el producto. Primero debe estar el proyecto, y después el equipo. No al revés como suponen algunos cuyas ansias parecen desobardarlos.
El proyecto determina el perfil de los ejecutivos. Y el perfil, en este caso, debe caracterizarse por la consistencia moral, la solidez ética, el conocimiento, la experiencia y capacidad de quienes integren el equipo. Con dos ingredientes más: congruencia en los antecedentes de su desempeño y garantía de lealtad al proyecto.
Ahí está la meollo del asunto: diseñado el proyecto, ¿cómo garantizar que una dirigencia no desvíe sus decisiones, de tal forma que acabe actuando contra sus representados, como ha venido ocurriendo desde hace varios lustros?
¿Cómo garantizar que un Comité Seccional trabaje en consonancia con los principios fundamentales del proyecto y no se aparte de ellos para atender sus intereses personales o coludirse con gobiernos, figuras o grupos de poder externos o internos del SNTE?
¿Cómo garantizar que los integrantes del Comité Seccional orienten sus decisiones de acuerdo al proyecto, que no sean simple comparsa y no sucumban a la influencia o autoritarismo de un Secretario General que los coaccione para acatar sus órdenes?
Diseño consensuado del proyecto, vigilancia estricta de su cumplimiento y elección atinada del equipo ejecutivo son responsabilidad y tarea de todas y todos los integrantes del sindicato, no solo de una o un redentor, como supone el pensamiento mágico infantil de quienes esperan que de pronto aparezca el mesías salvador del SNTE. No, eso no va a suceder.
La reflexión conjunta, la búsqueda de cauces, caminos, condiciones y estrategias para la democratización de la Sección 38 corresponde a todas y todos los agremiados. El cambio verdadero solo será posible a partir de la UNIDAD activa, analítica crítica, propositiva y creativa de la base magisterial.