La dignidad es parte de la condición humana e involucra un conjunto de valores que la hacen apreciable, eficaz, útil y provechosa, hasta insustituible, se la ve como el centro del cambio social positivo, por ello no es una efeméride trivial, por ello en 2005 se invitó a niños y jóvenes a deliberar sobre su significado e importancia en la vida humana, de ahí que el 20 de octubre de 2008 se realizó la celebración oficial de este día mundial por parte de las Organización de las Naciones Unidas a fin de que se la promueva continuamente como parte sustancial de los derechos y las relaciones humanas.
La dignidad es una cualidad inherente al ser humano, parte de su racionalidad, de su libertad y libre albedrío, toda persona tiene derecho a una vida digna, esto se repite como un estribillo o un mantra que por obvio no se entiende, cuando debiera ser al contrario ahora que los derechos humanos son parte de nuestras leyes constitucionales, a fin de evitar cualquier forma de segregación y de darle vigencia a la dignidad en todos los entornos y ambientes.
Aunque parezca indiscutible es preciso darles reglamentación y exigibilidad a los compromisos del Estado en materia de salud, educación, vivienda, alimentación y trabajo mediante leyes constitucionales, porque sin ellos la dignidad humana rompe su núcleo.
El centro de este Día Mundial se establece en las aulas ya que dignidad humana debe estar en la conciencia de todo ser humano y esto se aprende mediante la socialización para fijarla en sí mismo y para consagrarse a administrarla a sus semejantes, mediante el respeto a la libertad del otro, la consideración, la compasión, la bondad, la responsabilidad, la felicidad, el amor, el bienestar, la amistad, el compromiso, la solidaridad y el altruismo.
Como puede verse, la dignidad humana es el fundamento de la ética pública ya que se presenta como el referente principal de los valores políticos y jurídicos de la modernidad, y de los principios y derechos que de ellos derivan. Por tanto, la idea de dignidad humana constituye igualmente el fundamento de los derechos humanos.
La progresiva influencia de los elementos externos puede incluso difuminar u obscurecer las dimensiones personales de la dignidad haciéndola depender en exceso de esos elementos exógenos. La hipertrofia del rango y de la jerarquía privará de dignidad a los inferiores, por eso en las sociedades muy jerarquizadas u organizadas en estamentos, en castas o en órdenes no es posible la igual dignidad si esta pretende ser un mínimo de autonomía personal, un coto vedado a las intromisiones externas. Estas ideas no desaparecen totalmente en el mundo moderno.
Durante la Edad Media la idea de dignidad es obscurecida, pero recuperará su impulso en el siglo 18. La modernidad producirá como reacción el proceso de liberación de esas ataduras, como humanización y racionalización, que tendrán como objeto principal la devolución de la autonomía de la dignidad humana, en lo que será denominado el siglo de las luces. Es el siglo de la devolución de la luz al ser humano, así como de su dignidad propia.
La dignidad humana en la modernidad y también en este siglo XXI aparece pues en un contexto intelectual que arranca del tránsito a la modernidad, que ha superado avatares históricos y confrontaciones intelectuales y que se sitúa en el proceso de humanización y de racionalización.
La dignidad de la persona y de la humanidad son dos aspectos de una misma mentalidad, la del antropocentrismo y de la laicidad, dos coordenadas que encuadran todo el proceso. Comienzan así a edificarse los cimientos de una gran construcción intelectual con vocación de realización social, donde esa nueva idea de dignidad va a convertirse en el fundamento de la ética pública de la modernidad y del sistema jurídico que deriva de ella planteándose desde el humanismo, es el ser humano centro del mundo aparece también centrado en el mundo, es la dignidad humana -es un individuo secularizado, independiente, que decide por sí mismo, que piensa y crea por sí mismo, que se comunica y dialoga con los demás y que decide libremente sobre su moralidad privada, pero que olvida la dignidad del planeta y de la vida animal y vegetal.