El nuevo presidente brasileño, el ultraderechista Jair Bolsonaro , aprovechó su debut en el escenario internacional, durante la apertura del Foro Económico Mundial, que anualmente reúne a políticos poderosos, ricos empresarios y celebridades en Davos , Suiza, para buscar inyectar confianza en su país.
Resaltó que pretende abrir al mundo la economía del gigante sudamericano, facilitar los negocios y compatibilizar el desarrollo con la preservación del medio ambiente, al mismo tiempo que reiteró su compromiso con la lucha contra la corrupción y el crimen organizado, con el rescate de los valores conservadores, y su oposición a la izquierda en América Latina.
“No queremos una América bolivariana como hasta hace poco existió en Brasil. La izquierda no prevalecerá en esta región; lo que es muy bueno, a mi entender, no sólo para América del Sur sino para todo el mundo”, aseguró el mandatario brasileño tras un breve discurso, al responder luego a un par de preguntas del fundador del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab.
Visiblemente nervioso en su estreno mundial -leyó su mensaje del teleprompter y después se asistió de tarjetas temáticas durante la charla con Schwab-, Bolsonaro de cualquier forma se mantuvo firme, claro y sin titubeos en el recado que quería transmitir: “Este viaje es una gran oportunidad de mostrar al mundo el momento que vive mi país. Brasil necesita de ustedes y ustedes necesitan de Brasil. Tenemos el compromiso de cambiar la historia”.
A lo largo de los ocho minutos que duró su discurso hizo un repaso de las intenciones de su flamante gobierno, inaugurado hace tan solo 22 días. Destacó que su gabinete fue montado técnicamente, por “ministros calificados”, sin injerencias partidarias, que en el pasado favorecieron actos de corrupción. Mencionó específicamente a tres de ellos, que lo acompañaron en su primer viaje internacional: el neoliberal Paulo Guedes, a cargo de Economía; el exjuez Sergio Moro, famoso por supervisar la Operación Lava Jato, ahora responsable de Justicia y Seguridad Pública; y el canciller Ernesto Araújo, uno de los jóvenes ideólogos de la nueva administración, que implementará una política exterior “sin sesgo ideológico”.
Al preguntársele por la relación que este “nuevo Brasil” quiere tener con el resto de América Latina, Bolsonaro hizo referencia a los cambios que buscará en el Mercosur, sobre los cuales habló la semana pasada con el presidente argentino, Mauricio Macri, quien lo visitó con una significativa comitiva en Brasilia.
“En lo que se refiere al Mercosur, algo será mejorado; ya conversé inclusive con el presidente de la Argentina, Mauricio Macri. Estamos preocupados en hacer una América del Sur grande”, afirmó y señaló que también ha mantenido debates al respecto con sus pares de Chile, Sebastián Piñera, y de Paraguay, Mario Abdo Benítez.
En materia doméstica, el mandatario brasileño subrayó que gobernará con el ejemplo para restaurar la confianza del mundo tras varios tumultuosos años que incluyeron la peor recesión en la historia del país, las revelaciones de las investigaciones anticorrupción Lava Jato, que terminaron con el popular expresidente Luiz Inacio Lula da Silva preso, el impeachment a la presidenta Dilma Rousseff, y una profunda polarización política. Ya en cuestiones económicas, repitió los mantras neoliberales diseñados por Guedes.
“Vamos a disminuir la carga tributaria, simplificar las normas, facilitando la vida de quien desea producir, emprender, invertir y generar empleos -dijo- Trabajaremos por la estabilidad macroeconómica, respetando contratos, privatizando y equilibrando las cuentas públicas”.
Una y otra vez recordó que la economía brasileña es una de las más cerradas al comercio internacional y que su gestión cambiará eso, para convertir a Brasil en uno de los 50 mejores países para hacer negocios.
Consciente de lo mal vista que ha sido a nivel internacional su postura de impulsar aún más el agronegocio en detrimento de la selva amazónica -en la campaña electoral llegó a decir que pensaba retirar a Brasil del Acuerdo de París sobre cambio climático-, sorprendió al comprometerse con un equilibro entre desarrollo agropecuario y preservación del medioambiente.
“Somos el país que más preserva el medio ambiente. Ningún otro país del mundo tiene tantas selvas como nosotros. La agricultura está presente en apenas un 9% de nuestro territorio y crece gracias a su tecnología y la competencia del productor rural. Menos del 20% de nuestro suelo está dedicado al ganado. Esas commodities, en gran parte, garantizan el superávit en nuestra balanza comercial y alimentan a buena parte del mundo”, resaltó. “Nuestra misión ahora es avanzar en la compatibilización entre la preservación del medio ambiente y de la biodiversidad con el necesario desarrollo económico, recordando que son interdependientes e inseparables”, añadió.