¿La naturaleza se revela contra el hombre depredador?

Tras meses de calma, un nuevo velero fue embestido y hundido por un grupo de orcas en el Estrecho de Gibraltar, reportó este lunes el servicio de salvamiento marítimo español.

De acuerdo con medios europeos, el buque siniestrado es el Alboran Cognac con una longitud de 15 metros de eslora.

En el navío se encontraban dos pasajeros que se toparon con las orcas a las 9 de la mañana (hora local) del domingo pasado.

Los pasajeros declararon sentir golpes repentinos en el casco y el timón hasta que eventualmente comenzó a entrar agua en el velero.

Por lo anterior, alertaron a los servicios de rescate. Un buque petrolero cercano los rescató. Finalmente, el yate quedó a la deriva y acabó hundiéndose.

¿Por qué las orcas tumban yates?

Según un estudio de la revista Marine Mammal Science, recuperado por el portal Live Science en 2023, los informes de encuentros agresivos con orcas frente a la costa de la península ibérica comenzaron en mayo de 2020 y se están volviendo más frecuentes.

“Los ataques parecen estar dirigidos principalmente a barcos de vela y siguen un patrón claro, con las orcas acercándose desde la popa para golpear el timón y luego perdiendo interés una vez que han logrado detener exitosamente el barco“, muestra el portal dedicado a la ciencia.

De acuerdo con los científicos que realizaron el estudio, orcas jóvenes podrían estar aprendiendo el comportamiento de Gladis, quien a su vez desarrolló esta conducta después de un “momento crítico de agonía”, por ejemplo una colisión con un barco o un atrapamiento durante la pesca ilegal.

“Las orcas están haciendo esto a propósito, por supuesto, no conocemos el origen ni la motivación, pero el comportamiento defensivo basado en el trauma, como el origen de todo esto, gana más fuerza para nosotros cada día”, dijo el investigador López Fernández a Live Science.

La ballena de aleta, el nuevo objetivo en el punto de mira de la pesca en Japón

La caza de ballenas y otros animales marinos llevada a cabo por Japón es un tema controvertido. Se trata de un país que, a pesar de los acuerdos y las restricciones impuestas a nivel internacional, ha seguido realizando esta actividad a su conveniencia de forma continuada.

Concretamente, la Comisión Ballenera Internacional (CBI) había prohibido la caza comercial de estos animales en 1986 para poder garantizar su conservación. Japón era uno de los países miembro de esta organización desde 1951, y aunque inicialmente respetaron la decisión de la comisión pensando que sería temporal, unas décadas más tarde su gobierno anunció su desacuerdo con esta medida, argumentando que parte de la tradición y cultura de la nación recaía en realizar esta actividad bajo cuotas de captura sostenibles.

Así, anunciaron que la caza comercial de ballenas volvería a tener lugar en Japón a partir de 2019, siempre dentro de sus aguas territoriales y zona económica exclusiva, y sólo con algunas especies concretas como el rorcual de Bryde (Balaenoptera brydei), el rorcual aliblanco o ballena de Minke (Balaenoptera acutorostrata) y el rorcual de Sei o ballena boba (Balaenoptera borealis).

Pero la caza realmente nunca cesó: Japón supo aprovechar una de las pocas excepciones a esta normativa, que permitía realizar la actividad con fines científicos y vender la carne sobrante tras el estudio. Así, la industria ballenera no llegó a estar en paro durante los más de 30 años de restricción. 

Ahora, el portavoz del gobierno japonés Yoshimasa Hayashi ha anunciado que la lista de cetáceos permitidos se ampliará con la ballena de aleta, una especie que se encuentra en la lista de animales en peligro de extinción. 

Rorcual común, una especie amenazada

La ballena de aleta o rorcual común (Balaenoptera physalus) es el segundo animal más grande del planeta, un cetáceo colosal que durante las primeras décadas del siglo XX estuvo a punto de desaparecer debido a un siglo de caza intensiva por todo el mundo que hizo descender significativamente su población. 

Pudiendo alcanzar unos 27 metros de largo y un peso de 70 toneladas en su cuerpo estilizado, este rorcual solo es superado en tamaño por la ballena azul (Balaenoptera musculus), dos especies entre las cuales existe constancia de cruces ocasionales. Suele alimentarse de bancos de peces pequeños, de calamares, o de crustáceos como el kril, y dedican unas tres horas diarias a esta actividad. 

El rorcual común tiene dos subespecies diferenciadas según su hábitat, una que se encuentra en el Atlántico Norte y otra en el hemisferio sur, principalmente en aguas de la Antártida. Por tanto, su área de distribución es amplia aunque suele concentrarse en aguas profundas de zonas templadas y frías, más alejadas del ecuador terrestre.

¿Por qué la caza de ballenas?

Según las afirmaciones de Yoshimasa Hayashi en una rueda de prensa el pasado 9 de mayo de 2025, “las ballenas son un gran recurso alimentario para el país nipón y se deberán usar de forma sostenible porque es importante preservar la cultura alimentaria japonesa”. 

Sin embargo, aunque durante la segunda mitad del siglo XX la carne de ballena era un recurso alimentario considerable en un contexto de posguerra, las cifras de su consumo cayeron en picado en el siglo XXI. Según datos de la Agencia de Pesca nacional, la demanda de este alimento es inferior a las 2.000 toneladas al año, aproximadamente un 1% de lo que se consumía tan solo tres décadas atrás y el equivalente a unos pocos gramos de carne de ballena al año por persona. 

Actualmente, la industria ballenera en Japón subsiste principalmente gracias a las subvenciones que recibe del gobierno debido a la poca rentabilidad de esta actividad. No obstante, las autoridades japonesas siguen apostando por mantener viva una tradición que pone en riesgo la población de algunos de estos animales amenazados, eso sí, con la intención de buscar mediante datos científicos una cuota de caza sostenible.

Aristegui/National Geographic
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