Muy temprano fotografías y videos transmiten un amanecer, el rostro de un corredor en trote, paseo del perro, trayecto al trabajo o la rutina en el gym con mirada seductora y postura hipersexual, Así inicia un nuevo día “en vivo” para explicar a todos…quiénes somos.
“Me parece indispensable decir quién soy yo” NIETZSCHE.
No importa la frecuencia, todos lo hacemos. La vida deja de ser íntima para ser expuesta y se vale, se vale revelar tu estado emocional, mostrar la hermosa familia, sacar la mejor sonrisa, actitud, reconocimiento, popularidad, como lo dijo Warhol: “En el futuro, todos serán mundialmente famosos por 15 minutos”.
¿Dime cuántos likes tienes y te diré quién eres?
Hace dos décadas surgió la tierra fértil para nutrir la vanidad a través de las redes sociales. El cultivo estaba listo, no lo percibimos y no lo vimos llegar. Los cambios fueron tan rápidos que no los reflexionamos. De repente, todos lucimos espectacular, toda la atención a los likes, shares y comentarios para explicar quiénes somos. Hoy tenemos nuestro propio medio y audiencia “totalmente en vivo” es el efímero momento de fama que potencia nuestro narcisismo.
Observamos arrogancia, egocentrismo desmedido, “celebridades” sostenidas por likes. Hace unos años los “influencers” alimentaban su alter ego en el tener, en lo material, en autos lujosos, ropa y accesorios de marca, ostentosas propiedades, viajes y reuniones con alta alcurnia, siendo en mucho de los casos una simulación. Hoy no solo es el tener sumémosle el ser. Es el renacer de falsos gurús que creen darte la ruta de la felicidad, lo que “debes hacer” de cómo manejar tu ansiedad, convirtiéndose en tu psicoanalista, apoyados sí, en ocasiones en hermosas frases sin entender su real significado, su origen.
La psicóloga Jean Twenge señala que la egolatría de las últimas dos generaciones proviene de una época donde se recalcó la autoestima en los sistemas educativos, pero esta consecuencia se multiplicó porque los usuarios encontraron en el internet la forma de autopromoción. Viven un mundo donde el mínimo esfuerzo recibe inmensos resultados, pero la vida real no es así, hay que esforzarse y sufrirla para recibir algo a cambio.
Esta generación es una camada que inició la construcción del súper yo en redes sociales a edad muy temprana y sostiene un culto a la imagen online fundamentada por símbolos en un nivel muy superficial. “Youtubers” o “tiktokers” por ejemplo, cada vez con menor edad poseen un ego disparado, incluso antes de ser adolescentes, de por sí es una etapa sensible al narcisismo, pero hoy tienen el conocimiento del mundo en sus manos, situación que los hace sentir los “sabelotodo” …todo está al alcance en un instante. Tatuarse una frase de Einstein NO convierte a nadie en genio científico o publicar fotos y frases de Churchill o Luther King, NO hacen a nadie un gran pensador.
Freud define al narcisismo como un “estadio intermedio entre el autoerotismo y el amor de objeto” pero el problema va más allá de los cuadros de ansiedad y depresión versus expectativas y logros. El culto al ego y la “selfitis” excita la obsesiva foto por salir perfectos, esto lleva la autocontemplación a los niveles más altos, con la aplicación abusiva del súper botox, operación de pechos, cara, dentadura, hasta silueta completa, esperando por supuesto la aceptación, el encanto y una necesidad permanente de halagos; no importa cómo hay que verse impactante.
La búsqueda de atención está asociada con baja autoestima; el trastorno histriónico de la personalidad inicia por lo general en los primeros años de la etapa adulta. Sin embargo, sería complejo saber qué motiva a los usuarios.
¿Algoritmos perversos?
En años de consumir basura, los programadores de estas redes encontraron el aliado más poderoso “el algoritmo”. ¿Están condicionando el comportamiento humano con contenidos invisibles? En cada computadora y smartphone se esconde información recopilada a través de “cookies” dejando rastro de nuestras preferencias. En formularios, búsquedas, compras y muchas otras actividades, plasmamos nuestra historia, una radiografía personal; más de un millar de rasgos personales son archivados y se transforman en oro para las empresas Big Data.
Estas plataformas maximizan la frecuencia de uso con retención, adicción, facilidad de uso, privacidad, autonomía y condicionamiento a través de algoritmos. Este súper banco de datos es el combustible de monstruos como Google, Facebook, Instagram, Twitter, Amazon y Netflix, pero también de miles de empresas con millones de empleados siendo un crash económico con millones de transacciones comerciales que han modificado el mundo y su consumo, pero ¿a qué costo?
¿Hacia dónde vamos?
En la mayoría de las redes no existe la opción NO ME GUSTA, evidencia que su diseño es para admirar, reconocer, para elevar nuestro ego con cada like recopilado. La dependencia de ser más visibles crece con un voyerismo que comparte lo que eran momentos privados, un cambio en los valores que ¿refleja lo que somos? La antropóloga Paula Sibilia determina los siguientes rasgos: la vida deja de ser íntima y tiende a espectacularizarse, busca la atención y reconocimiento de los demás, se vuelve adicto a la auto confirmación necesitando que validen su posición en este mundo ¿Será este un fenómeno colectivo que origine sociedades egoístas?
Algunos lo hacen por imagen pública; políticos, artistas, deportistas, ejecutivos, religiosos, usuarios, en general todos ¿en qué momento el narcisismo se normalizó? Los aspectos positivos de este individualismo se traducen en acciones prosociales, participan en voluntariados y asociaciones. En muchas ocasiones se vuelven eficaces, buscan alcanzar niveles de rendimiento y su seguridad los vuelve más empáticos; al parecer creer en uno mismo es la clave.
¿Qué nos define como personas? ¿Qué significan las redes sociales para las distintas generaciones? ¿Dejarías tus redes por un mes?
¡Sin selfie no cuenta! obligado al principio o final en todo tipo de encuentros, entre familias, amigos, comidas, viajes, rutinas de gym, logros, momentos de soledad y hasta en reuniones laborales, es el momentum publicado en la red, ahí todos somos “Rockstars”, bienvenidos a la generación del “Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”: ORTEGA Y GASSET.
LCC. EDGAR GONZÁLEZ ARELLANO
07/08/2021