La última hazaña del pueblo colombiano cimbra y confunde a todos los habitantes del mundo. Cuando es posible que un “Loco” se encumbre como líder de la mayor potencia armada del planeta y pueda tener en sus manos el poder para evaporar cualquier cosa que habite sobre la faz de la tierra, todo lo que consideramos seguro, de pronto se tambalea sobre una cuerda tan delgada como el cabello de un niño.
Ante estas insensateces, no sorprende que mas de la mitad de los habitantes de un país voten “NO” a “El acuerdo de paz” ¿Como le explicamos a nuestros hijos que un lugar donde se sufre desde hace 40 años la guerra, los secuestros y el terrorismo sistemático, no quiera dar por terminado el conflicto mediante la firma de un simple acuerdo? Acuerdo en que se pacta entre terroristas y gobierno, el perdón y la rendición, para que los otrora guerrilleros rindan sus armas usadas sin reparo para asesinar, acallar y violar con la mas escandalosa violencia a personas de bien, aduciendo veladamente que pretenden el imperio de la igualdad, gritando consignas sobre la prevalencia de la prole sobre la injusta burguesía, minoría que vive entre lujos quitándole a los pobres el pan de la boca, para vivir como monarcas despóticos entre riquezas, burlándose del hambre y la desdicha de los oprimidos.
Esa vieja e increíble retorica hoy hace vacío. Estas arcaicas ideas se nublan ante los incontables canales para enterar al pueblo de las consecuencias del comunismo, de la eternización en el poder de caciques iletrados, egocéntricos y desequilibrados que se sienten dechados de virtudes y poseedores de una inteligencia mesiánica; de lideres de papel que piensan que su voluntad y dictados son la única verdad capaz de liberar al pueblo, y que en su gracia, repartirán con equidad las inagotables riquezas que surgen de la nada y que garantizan la justicia, el desarrollo y el orden a favor de la comunidad.
Quienes venden con saliva y promesas de humo esos modelos fallidos y retrogradas por empobrecedores a la gente, solo pretenden domar por la fuerza y el maltrato a la población; después se ocupan de restringir una a una sus libertades y finalmente conquistan su voluntad con el miedo y la decepción, Ellos también se ocupan de destruir la autodeterminación de los individuos, reduciéndolos a animales que se arrean como bestias por la enorme fuerza de un “Estado Comunitario” que en la retorica los incluye, pero en la realidad los separa y los enclaustra; finalmente el estado se ocupa de eliminar sistemáticamente cualquier indicio de protesta y de sofocar con el fuego de las armas cualquier intento de rebelión, cerrando bocas, cercenando sueños y asesinando cuerpos, permaneciendo con el rigor de esas brutalidades y no con la fuerza de una normativa democrática e incluyente, donde el imperio de la Ley empareja el suelo y reparte equitativamente derechos, libertades y beneficios para quienes la respetan y en contrario sensu, reprime, castiga y aparta a quienes delinquen afectando a los demás.
¡El pueblo colombiano no dice “No” a la paz!, dice ¡No a la ausencia de guerra a cambio de la ilegalidad! ¡No a la amnistía sin consecuencias a favor de quien aniquiló con bombas y balas a viejos, jóvenes y niños inocentes! ¡No a la oportunidad de erigirse en gobierno para quienes pretenden instaurar el falleciente imperio del estado comunista que niega al individuo y lo transforma en célula muerta, en carne sin cerebro y en musculo sin vigor!
Hoy entendamos que los colombianos prefieren vivir en guerra, antes que verse sometidos por la injusticia, la ilegalidad y la impunidad y que esto nos sirva para comprender que quienes pretenden que agradezcamos la ausencia de una guerra contra la delincuencia, permiten tácitamente que esta se robustezca y se empodere para quitarnos todo, el patrimonio, la libertad, la dignidad y la vida.
“Que Dios Nos Bendiga”
hlaredom@gmail.com
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