La revolución de las conciencias

Estamos frente a una revolución
de las conciencias. Porfirio Muñoz Ledo

¿Usted le tiene miedo al cambio? Esa no es una pregunta de respuesta fácil porque lo obvio es que el cambio político, económico y social es muy difícil y para muchos, temible, es más cómodo estar en lo conocido eso no implica riesgo.

En la elección federal del año 2000, siendo el candidato a la Presidencia de la República Vicente Fox, quien esto escribe era consejera del IFE en la Junta Local, desde las 8 de la mañana se instaló el Consejo para dar seguimiento puntual a la elección en Coahuila, a lo largo de la mañana no faltaron reportes de la instalación tardía de algunas casillas electorales y otros incidentes menores, las horas corrían y la versión de que por primera vez en su historia el PRI perdería la Presidencia de la República corría como reguero de pólvora para algunos y como un torrente de alegría para otros; ¡cómo, el PRI, el invencible, el que cuando no gana arrebata, perdió!, sí, para las 13 horas, según las encuestas de salida de casilla el avance de la votación para el PRI no le era favorable, ya era clara la derrota, algunos del Consejo local se escondían para llorar de emoción, por fin.

Fox el candidato del PAN sería el nuevo presidente de México, el sucesor de Ernesto Zedillo y la esperanza cundió porque Fox había ofrecido una agenda ambiciosa de transformaciones que finalmente quedaron en promesas y nada más, su sexenio no fue mejor ni diferente que los del entonces septuagenario PRI y muy pronto ese sexenio se hundió en la mediocridad, hasta su proceso de changarrización para el empleo de los jóvenes no tardó en venirse abajo.

Finalmente Fox traicionó la Reforma del Estado y todo a lo que se comprometió; aaah pero eso sí, los hijos de Martita aprovecharon y se fueron con los bolsillos repletos de dinero; ahora Fox ha dicho, “será la perrada la que votará por AMLO”, no se mide, así ve la libertad del voto de los ciudadanos.

El segundo sexenio panista, el de “haiga sido como haiga sido” hundió al país en un baño de sangre sin fin que no se detiene, crímenes dolosos, desapariciones incontables, feminicidios en ascenso , corrupción sin freno, pobreza y desigualdad social crecientes, Felipe Calderón entró por la puerta de atrás y así salió, su herencia es nefasta.

En la elección de 2018, estamos ante un escenario diferente, la necesidad del cambio parece irreversible, pero ¿cambio hacia dónde?, la incertidumbre asusta a muchos, ¿qué implicaciones tendrá el cambio verdadero?

El clamor colectivo es intenso, ya no se quiere más de lo mismo, se exige un alto a la violencia, se demanda justicia, a pesar de que en la justicia con equidad existan muchos de los graves problemas que este país debiera solucionar antes que en ninguna otra institución, ahí está el nudo gordiano, el nido de víboras, el de la mayor corrupción.

Seremos 89 millones de mexicanos los que podremos votar el próximo domingo, el enemigo a vencer será el abstencionismo, ya que el mayor porcentaje de abstención en la elección de 2006 fue de casi el 5 por ciento y en la de 2012 disminuyó al 37.55, es de esperarse que en la de este 1° de julio las y los ciudadanos estén convencidos de que votar es elegir el rumbo que queremos para este país.

Sabemos que el PRI no morirá, que su metástasis, las células cancerosas que viajan a través del sistema linfático y forman un nuevo tumor seguirá presente, no obstante, el gobierno de la CDMX que desde 1997 con el PRD fue hegemónico, ahora será MORENA y puede ser un ejemplo de que se puede ser una ola que arrastre al menos a algunas entidades de la República hacia la superación del anacronismo priista.

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