Las imprecisiones del PIB

Recientemente saltó al debate nacional la cuestión de si el Producto Interno Bruto (PIB) es un buen indicador para medir el bienestar de un país. Veamos.

El PIB mide, en pesos, los bienes y servicios producidos por una economía durante un periodo de tiempo. Es un número que debe aproximarse a la medida de nuestro bienestar ya que todo lo que consumimos está restringido a lo que producimos o importamos. Sin embargo, hay otras cosas que el PIB no mide o mide en forma inexacta, y debemos de estar conscientes de ello.

Primero que nada, debemos observar el crecimiento del PIB real, es decir, ajustado por inflación. Lo que realmente mejora nuestro nivel de vida son los bienes y servicios que llevamos a casa, no los precios que marcan las cajas registradoras.

También debemos de buscar siempre la medida de PIB per cápita, esto es, divido entre su población. El PIB de India, por ejemplo, es 15 veces más grande que el de Israel, pero el PIB per cápita de Israel es 10 veces más grande que el de India. Esto quiere decir que los israelitas son 10 veces más ricos que los hindúes. De la misma forma si la población de un país crece más que su economía, el PIB per cápita caerá.

El PIB per cápita no es infalible, al ser un promedio, adolece de una gran omisión: no refleja la distribución del ingreso.

El PIB no contabiliza las actividades económicas por las que no se paga, como lo es el trabajo en el hogar. Preparar una cena, cuidar a los hijos o limpiar la casa no cuentan, pero ordenar a domicilio, contratar una niñera o a una empleada doméstica, sí.

El PIB tampoco toma en cuenta la degradación ambiental. De hecho, la contaminación en países poco comprometidos con el medio ambiente, como China, hace que su PIB se vea mejor: tanto los procesos productivos que ensucian el ambiente y los esfuerzos por revertirlos suman al PIB.

El PIB no considera los juicios de valor. La construcción de prisiones y de hospitales abona al PIB, aunque estaríamos mejor de no necesitarlos. En la medición del PIB tampoco aparecen los grandes placeres de la vida, esos que son gratis, como contemplar un atardecer o dar un paseo por el parque con el ser amado.

Es cierto que en el PIB es imperfecto y hay grandes ausencias. Pero como los economistas no nos hemos puesto de acuerdo para establecer un indicador universal que tome en cuenta lo anterior, no nos queda otra que seguir utilizándolo. Claro, con las reservas del caso.

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