El sábado primero de julio del 2000, en sus oficinas del PRI nacional, Francisco Labastida Ochoa tenía información verificada y confiable de que al día siguiente ganaría por un margen apretado, aproximadamente el tres por ciento.
Lo que ninguno pudo prever fue el voto de los fieles católicos, que no suelen salir a votar, que no están contemplados en ninguna encuesta, quienes esa noche hacían una liturgia nocturna en todos los templos del país, para que el PRI perdiese la elección.
Fueron los mismos que, meses después, le retirarían su apoyo a Vicente Fox.
Son quienes tienen creencias retrógradas, quienes se niegan a entender que el mundo ha cambiado. Son, también, quienes pueden decidir una elección.
En Quintana Roo el candidato Carlos Joaquín recibió “la bendición” del obispo del Estado en una ceremonia pública, la mañana de ese domingo. Lo que muchos fieles interpretaron como una “orden” de votar a su favor.
Labastida Ochoa sabe, lo padeció, como pocos la importancia del voto más conservador de la sociedad mexicana. Por eso tiene mucha razón al expresar que lanzar la iniciativa a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo fue un error político que le costó, o pudo costarle perder la elección al PRI.
Así fue.
Así fue.
Era un mal momento. No había urgencia alguna. Y los asesores del Presidente Peña Nieto parecen operar como sus peores enemigos.
Labastida Ochoa dijo, claramente, en entrevista con José Cárdenas que esa iniciativa provocó la derrota del PRI, que lanzarla días antes de las elecciones fue un error, y que si a él (cuando era titular de Gobernación) se lo hubiesen ordenado, “hubiese renunciado”.
Sobre todo, hay que escuchar muy claramente sus declaraciones porque se trata de un hombre sensato que no suele utilizar los micrófonos, porque es, ha sido un político cercano a Peña Nieto, dijo que esto se hizo sin consultar al PRI. Es decir, sin tomar en cuenta a Manlio Fabio Beltrones. Con lo que consigue exculparlo con mucha fuerza. Para ello, Labastida Ochoa insistió: “tengo las encuestas que se habían hecho de los precandidatos desde enero, y tres semanas antes… en varios de los Estados el PRI estaba arriba”.
Como si no fuese suficiente esta posición, el ganador de la contienda para gobernador en Aguascalientes, Martín Orozco, panista, declaró públicamente que ganó por esa iniciativa, que eso fue lo que lo “ayudó”. Lo que en un estado tan “mocho” y machista, con verdaderas fobias sociales contra los homosexuales, se explica. Fue más que una bandera, una motivación extrema del sector conservador, de la jerarquía eclesiástica, para hacer ganar a los panistas.
No fue la única razón, pero ayudó en mucho. Fue muy decisiva. Fue muy importante.
Fue, también, ese imponderable que no pudieron imaginar siguiera los estrategas del PRI. Porque ese sector de la sociedad, esa jerarquía de la Iglesia Católica, actúa en la mayor secrecía.
No fue la única razón, pero ayudó en mucho. Fue muy decisiva. Fue muy importante.
Fue, también, ese imponderable que no pudieron imaginar siguiera los estrategas del PRI. Porque ese sector de la sociedad, esa jerarquía de la Iglesia Católica, actúa en la mayor secrecía.
¿Por qué Peña Nieto no discutió una iniciativa de Ley tan polémica, tan fuerte en todos sentidos con el Presidente del CEN del PRI, su partido? O, por lo menos, ya de pasadita, por qué no hablaron, a tiempo, de los posibles riesgos de sacarla al público semanas antes de 12 elecciones para gobernador.
¿Quién no entiende la realidad nacional? ¿Quiénes son los asesores presidenciales que trabajan, o dicen trabajar para Peña Nieto? Porque la gran derrota electoral del domingo 5 de junio es un golpe inmenso para él, para su gobierno.
¿Quién no entiende la realidad nacional? ¿Quiénes son los asesores presidenciales que trabajan, o dicen trabajar para Peña Nieto? Porque la gran derrota electoral del domingo 5 de junio es un golpe inmenso para él, para su gobierno.
Yo quiero imaginar que esos “asesores” tuvieron la ocurrencia de que una ley de esa magnitud le traería popularidad a Peña Nieto entre sectores progresistas, como fue… pero el precio de conseguir uno o dos puntos de aceptación resultó inmensamente caro para todos, se le revirtió.
Quienes creen que la Ciudad de México es sinónimo del país, quienes opinan o deciden a través de sus vivencias en la capital del país, están profundamente equivocados. Casi tanto como quienes miran la realidad a través de un montón de selfies…
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