Con la pandemia del Covid azotando al mundo, nos hemos olvidado de otro enemigo que silenciosamente sigue creciendo y cobrando las vidas de nuestras madres, hijas y hermanas. Me refiero al cáncer de mama.
Las estadísticas son espeluznantes. Según cifras de la Organización Mundial de la Salud, cada año mueren casi medio millón de mujeres en el mundo. En México los datos que ofrece la Secretaría de Salud no son más alentadores: desde el 2006 es la principal causa de defunción en población femenina y cada hora con veinte minutos que pasa, fallece una mujer debido al cáncer de mama.
Y lo peor del caso es que el 95% de esos decesos pudieron haberse evitado si la detección hubiese sido a tiempo. Solo una de cada tres mujeres es diagnosticada en una etapa temprana del padecimiento.
El origen y las causas del cáncer de mama siguen siendo un misterio para la ciencia. Lo que sí es un hecho es que, paradójicamente, el incremento en la esperanza de vida, la urbanización y la adopción de costumbres occidentales han agudizado su incidencia. Se cree también que una mezcla de predisposición genética con un entorno adverso a la salud sea otro factor.
El asunto no es ajeno a nadie ni lejano a nuestro círculo social. Al igual que con el Covid, todos tenemos un familiar o alguna amistad cercana que padece o ha padecido la enfermedad. De hecho, la estadística indica que una de cada ocho mujeres desarrollará cáncer de mama a lo largo de su vida.
La letalidad del flagelo es mucho menor en países desarrollados, pero no porque tengan menos casos, sino porque ahí se ha inculcado una cultura de prevención entre la población. En ellos, solo es fatal para el 20% de los casos diagnosticados como positivos, mientras que en los países en vías de desarrollo esa cifra se triplica.
Según estudios médicos, es posible reducir la probabilidad de padecer cáncer de mama si se adquieren ciertos hábitos, como hacer ejercicio con regularidad, reducir la ingesta de grasas y de productos industrializados y procesados, así como evitar el consumo de tabaco y alcohol.
Pero la mejor forma de combatir este mal tan lacerante es mediante la concientización de la población, y no solo la femenina. El problema es de todos como sociedad. Lo primero que tenemos que hacer es quitarnos viejos tabús y paradigmas obsoletos, y platicar abiertamente del tema en familia.
Debemos motivar todos la autoexploración constante y los chequeos periódicos de nuestras mujeres. Recordemos: una detección a tiempo les puede salvar la vida.
Este 19 de octubre se celebra el Día Internacional de la Lucha Contra el Cáncer de Mama. Hagamos conciencia y causa común. Portemos todos el lazo rosa, pero también seamos ese factor de confianza y de cambio para combatir la amenaza.